martes, 3 de octubre de 2006

Asterix y las doce pruebas

Esta es una rememoración de dos historias pasadas, dignas de ser tenidas en cuenta por la memoria colectiva de la tribu. Sucedió antes del verano y es una historia laaaarga pero cierta. Requiere pañuelo para no morir de risa, o de tristeza.

Hago referencia a este cómic de Asterix porque una de las terribles 12 pruebas a las que se enfrentaba consistía en sellar un documento en algo similar a la administración pillándose el consiguiente cabreo que todos podemos haber cogido cualquier día. Lo mío de hoy no es cabreo porque he decidido reirme, y si nos ponemos, escribir el guión de una nueva película para los hermanos Max porque sería de humor surrealista. Para no comprometer públicamente a nadie he decidido pasar a la ficción a personajes y ciudades reales a los que he cambiado el nombre.
Me llegó una oferta de curro de esa agencia de colocación tan maravillosa y funcional que tenemos. “OH! Que ilusión!”, pensé, “A qué país extranjero me mandarán hoy?” porque la anterior oferta había sido para Bolivia. Me llevé un chasco, porque el “país” era la “República Bananera de Langredo”. Acudo a la parola con la citación urgente el mismo día y me dicen que pase con un curriculum cuanto antes por otra agencia de colocación. El lunes siguiente -sólo tenía hasta el martes para pasar por el noble consistorio- acudo al lugar y ¡¡sorpresa!!:- ¿No traes la vida laboral y las fotocopias de todos los títulos que acreditas?
- No, no me la pedisteis. Sólo el CV.- Pues tienes que traerla, porque si no no te valoran nada...
OK, voy a casa a por ello.
- Por cierto, ¿en qué consiste el trabajo?
- Pues no lo sé, pregunta en el despacho del piso de abajo.
Bajo al piso de abajo y la puerta estaba abierta pero no había nadie, pregunto en información y me dice un amable señor: "Si no está es que no habrá venido” al que yo respondo: “Ah, que hoy sólo trabaja usted hoy aquí...”. Me fui a casa pensando que era la hora del café funcionarial de las 9'30, cogí todos los papeles para fotocopiar, vuelvo a la capital, fotocopio, vuelvo a la casa consistorial y era la hora del café burocrático de las 11...
- Hola, traigo las fotocopias de la oferta de empleo- a la única persona que había.- Por cierto, abajo no había nadie que me informara.
- ¿Preguntaste ahora?
- No, ahora tampoco hay nadie.
- Ahh! Pero si está de vacaciones – me dice con una gran sonrisa.- Vuelve el viernes.
Algo no cuadraba, tenía que hablar antes del martes con quien lleva el tema, en colocación no saben nada... Bueno, voy a dejar las fotocopias. Mientras las dejo me pregunta:
- Tienes experiencia en trabajos similares?
- Mmmm, no lo sé. ¿De qué va el trabajo? -respondo con una gran sonrisa.
- Ah, pues tienes razón, tienes que preguntar abajo. De todos modos también se va a hacer un examen.
- ¿Y de qué va el examen?
- Pues no lo sé, tenías que preguntar abajo, pero se decide una hora antes por un jurado.
En resumen y después de dos paseos a casa, media hora de fotocopieo, y una hora de conversación surrealista y vacía de contenido, salí riéndome del lupanar... digo ayuntamiento, con el teléfono de la encargada del tema a quien cuando vea preguntaré:
- Hola, ¿tengo experiencia anterior en un trabajo como éste? -Y ella me contestará...
- Pues no lo se, ¿de que trabajo estamos hablando?- Y yo responderé...
- No lo sé, dímelo tú.- Y ella dirá...
- Pues no lo sé. ¿Me estás tomando el pelo?
- Pues no lo sé. ¿Y tú a mi?- responderé yo.

Sólo una cosa es cierta: así funciona la burocracia. Próxima entrega de esta novela de fantasía épica y humor surrealista: "Parte II, el examen".

El Examen...
Ya antes comentaba por estos lares que había recibido una oferta de trabajo muy prometedora para el cabildo urbano más cercano, con tal suerte de que al intentar consultar la misma, la cosa empezó a oler a podrido. Me enteré de las características del empleo por la prensa del domingo siguiente sin que ningún burócrata de la zona consiguiera decirme una sola palabra sobre la misma. A la semana larga, me llaman para citarme a aquel examen del que nadie sabía su “sobre qué”, sin recibir más indicaciones que una fecha, un lugar y una hora.
Ayer fue dicha prueba. Éramos seis mujeres, todas historiadoras del arte. Y comencé a tener esperanzas de nuevo: era un examen en toda regla que constaba de tres preguntas:
- ¿Por qué piensas que es importante la realización de un catálogo urbanístico?
- Comenta nombre, ubicación, describe y valora dos edificios culturales del siglo XX del municipio.
- Y la tercera eran dos hojas con dos fotos cada una a escoger una para hacer lo mismo que la anterior: dos edificios de viviendas por un lado y dos industriales por el otro.
Perfecto. Me lancé de cabeza intentando sintetizar lo más posible en lo más importante que se pedía en los enunciados de las preguntas. Acaba el examen, volvemos a las 12 pero había pleno y hay que volver mas tarde. Volvemos a las 12 y media y se procede al llamamiento de las concursantes a la lectura de su escrito. Eso sí, si queríamos podíamos ejercer nuestro derecho a estar en las lecturas, cosa que por supuesto hice.
Candidata tras candidata, me dí cuenta de que sólo yo y otra moza, no teníamos ni puta idea de qué iba el examen y escribimos lo que escribimos en base a nuestros conocimientos y no a un plan previo traído empollado de casa, sin hablar del tema de "te voy a contar lo bueno que fue el alcalde aquel tan campechano que dió nombre a medio concejo y sobre la historia de la formación del actual panorama urbano" que debía de estar oculto cual código Da Vinci en algún lugar de aquellos enunciados sin que mi mente lo notase . Que cosas. A la primera pregunta, se respondía ley de protección tras ley de patrimonio con sus puntos y barras, cosa que me hizo dudar de mis entendederas. Mmmm, ¿si se pregunta “por qué”, quiere decir “haz una rememoración legal”? Creo que empiezo a dar muestras de alzheimer pero aun no es para tanto. Si se pregunta “edificio cultural”, ¿vale una iglesia? Bueno, alguna cultura intentan darnos, pero por cultural yo entendería otra cosa. De las cuatro imágenes tres eran fácilmente reconocibles y la otra sólo la mencioné yo, que soy rarita.
Cuando pasé a consultar el resultado casi me parto de la risa. Elegida Fulanita de Tal en una lista en la que sólo aparecía una nota. Mmm ¿y la valoración de los méritos aportados en las fotocopias que se tuvieron que entregar junto con el CV y la vida laboral -ja-, dónde estaban? Claramente, alguien se las pasó por el forro. Yo que tenía esperanzas por puntuación de méritos al ser de la primera promoción, tener el doctorado, multiplicidad de cursos y una publicación sobre el concejo que el propio concejo rechazó, sin hablar de esos conocimientos informáticos que sólo algunos frikiluminados poseemos...
Este hecho no es puntual, ya que cualquiera que haya leído últimamente los periódicos puede afirmar a ciencia cierta que en todos los “ajuntamientos cuecen fabas para los colegas” (he! no digo que haya habido tongo! Sólo que no soy familia de nadie, ni tengo padrinos ni estoy afiliada a partidos políticos, con la consecuente pérdida de puntuación.) Seamos serios, o la cosa era ambigua por algún motivo o en los baremos de puntuación -nunca vistos- ponía: "como al tribunal le salga de los mismísimos". Por cierto, ¿dónde estará ese baremo? ¿Junto con el documento de "de qué va el trabajo"? Seguramente.

Moraleja: señores del Inem, por favor, absténganse de mandarme ofertas laborales para cabildos varios. No solo son una pérdida de tiempo y dinero para el demandante de empleo, si no también una falta de dignidad y respeto. Saludinos.

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