sábado, 3 de julio de 2021

Dancing with a Stranger

 

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jueves, 24 de junio de 2021

And again and again....

 

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viernes, 12 de marzo de 2021

42-2020

" Y desde estas piedras miles de años os contemplan". Frase para la posteridad.

El año pasado me regalaron para el cumpleaños una postal en la que venía escrito: "42, el sentido de la vida".

Creo que nunca nada fue más premonitorio que esa carta.

A los 42 creo que la conciencia del todo llega de golpe. Es como una bofetada que un día te gira la cabeza y pasas de ser un adolescente con dramas por todo a un cuasi anciano al que se la trae todo al pairo. Más o menos.

Me miro en un espejo y no me reconozco.

Hay una persona ojerosa, canosa, con los surcos de la vida marcados en la piel, que me mira con cara de pena desde el cristal de enfrente, mientras que desde este lado, aquella cría que dos moños y atuendos estrafalarios, de pelo negro e ideas extrañas, se siente aterrada por lo que ve.

Supongo que el madurar es una toma de consciencia brutal que nos asalta de repente y que nos hace preguntarnos eso de qué he hecho con mi vida. 

Sinceramente, no lo sé.

Los últimos 20 años han pasado sin pararse a mirar el camino y a día de hoy, me sorprendo pensando en qué podría haber sido y lo absurdo de ese pensamiento, ya que lo que no fue, ya nunca será.

No dejamos de ser una metáfora del agua de un río: siempre corriendo, siempre discurriendo, siempre igual, siempre cambiando. Pero ¿es el mismo río el que se mantiene ante nuestros ojos como la persona que se cree constante, o no dejan de ser multitud de gotas de agua que transcurren sin pararse, como los momentos de nuestra vida, que nos hacen evolucionar, avanzar y cambiar?

Ni idea.

Lo único que sé es que todo se vuelve más intenso, cuando creías que intensidad eran las emociones que te asaltaban a los 20. Todo tiene otro ritmo, otra importancia.

Lo único que tengo claro es que la vida se nos escapa entre los dedos cuando hacemos otras cosas.

Disfrutemos más, riamos más, amemos más.

Todo lo demás, es agua arrastrada por la corriente de nuestra existencia.

Tengo pocos tatuajes. Éso sí lo tengo claro.

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lunes, 8 de febrero de 2021

El fin del dolor

 Hace un mes y 5 días que mi madre dejó de sufrir.

Supongo que se olía de sobra que venía el final. Llevaba tiempo buscándolo porque los dolores eran insoportables, y a veces me pregunto cómo no nos dimos cuenta de que había algo más a parte de lo de siempre.

Aun no sé cómo me siento. Vacía supongo: tengo a mi madre metida en una fiambrera en la terraza y esa es la forma en la que al fin vino a visitarme a casa.

Supongo que hay muchas formas de sentir dolor y una de ellas es no sentir nada. Llevaba años pensando que ésto llegaría, que era lo que ella quería, pero ha sido tan rápido que aun creo que no ha pasado.

Diez días de plus en el hospital, en aislamiento, sólo comunicados por teléfono, hasta los cinco últimos en los que por fin pudimos verla, solo dos personas, durante poco tiempo. Epi, mascarilla, guantes... todo para no pegarle algo que pudiera matarla, cuando ya todo estaba sentenciado.

- No puedo hablar diles que no me llamen más.

- Vale, mama. Tengo que irme, mañana vuelvo.

- No te preocupes, a ver si pasa ésto y me mandan pa casa.

Nunca una mentira piadosa me hizo tanto daño.

Sabía que se iba y seguía intentando que no nos preocupasemos.

- Hoy la vi bien. A ver si le dan algún tratamiento y la mandan pa casa.

- Papá, no está bien.

- Sí, sí lo está.

Silencio roto por comunicaciones a la familia.

- Dice que no la llaméis más que no puede hablar. Está muy mal.

- No me digas tú a mi que mi hermana se muere.

- ¿Pero cómo va a estar tan mal?

Silencio.

A veces me gustaría poder mentir y decirle a todo el  mundo lo que quiere escuchar, no la verdad. No pude dejar de sentirme como un pájaro de mal agüero, dando las noticias de una muerte anunciada a personas con unas reacciones de lo más sorprendentes mientras yo no podía ni reaccionar.

El último día que la vi consciente no paró de toser y echar sangre. Media hora viéndola sufrir de aquella manera.

- Mamá, tengo que irme. Vuelvo mañana.

- Vale.

Me rompí al quitar la epi. No sé si es normal o no llorar en medio de desconocidos, suplicar que no la dejen sufrir más de esa manera.

Nunca más volví a hablar con ella.

El siguiente día estaba sedada. Parecía más tranquila, al menos no sufría entre tos y sangre. Sólo podía estar allí mirándola, como una imbécil, deseando que abriera un ojo y me echase una bronca. Nada.

Sólo un te quiero y un hasta mañana.

- Hoy estuve dos horas con tu madre. Estuve contándole tonterías y cuando me iba le dije "me voy" y me dijo "vale, estoy bien".

La relación de 65 años terminó así, y nunca hubo un mañana.

Fue todo surrealista, era como verlo todo desde un sillón a una pantalla de cine en el que se ven planos secuencia que pasan mientras tú eres ajena a todo.

Alguien me tocaba el hombro como para intentar calmarme. No había nadie. No había nadie a quien calmar. Simplemente me quedé vacía.

La última vez que la vi, fue cuando se reconoció el cadáver. Estaba calmada, hacía años que no la veía así. Todos quisieron entrar, mi padre fue el primero en salir. Le puse una mano en la frente y me despedí de ella. Estaba helada, como tantas otras veces.

Y las lágrimas no salen. Y hay momentos en los que no puedo respirar. Y no tengo ganas ni de respirar, ni de pintar, ni de tocar. No escucho la música de siempre en la cabeza, sólo silencio.

No la escucho a ella cada día tras el "cómo estás?" al teléfono.

Mi padre sigue adelante. Supongo que estoy siendo fuerte por él y no deja de ser una fachada resquebrajada que da a un pozo vacío.

Ahora está mejor, ya no tiene dolores. Pero nosotros sí. 

Yo sí, aunque no sienta, seguiré viéndome a mi misma como una cáscara vacía observando en medio de una multitud llorosa cómo pasa todo.

Te hecho de menos.

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sábado, 7 de noviembre de 2020

Utilidad

¿ Aprendemos cosas porque  las vamos a necesitar o porque nos gustan?

Ni idea pero cuando aprendes algo que te gusta y un buen día resulta que te es útil, es la hostia.

Toda mi vida aprendiendo por el mero hecho de hacerlo y de repente... suspendo un oral de inglés y soluciono un problema en una conferencia internacional que empieza en inglés y acaba en alemán.

El mundo no deja de sorprenderme.

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viernes, 6 de noviembre de 2020

Vacío

Absoluto.

Rueda completamente descendida.

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lunes, 2 de noviembre de 2020

Sin más...



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domingo, 1 de noviembre de 2020

Maleficio

Con todo este problema de la pandemia me he sorprendido pensando en un libro que leí hace mucho tiempo: Maleficio de Stephen King.

Se pone enferma tu familia, se pone enferma tu hija, y ¿qué haces? ¿Dejas que sufran solos, aislados, viéndote desde lejos sin el consuelo de un abrazo, o simplemente repartes el pastel?


Pues eso.

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miércoles, 28 de octubre de 2020

Propósitos de post apocalipsis

 Pues nada, que si salimos de esta me dejo greñas, cosa que me va a costar un webo,  aprendo a tocar en condiciones la oFender y me paso al jipismo puro y duro, total, las drogas ya las tomo...

El resto... ya veremos lo que queda.


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lunes, 12 de octubre de 2020

Retratarse

 Supongo que no cabe duda decir que el tema de la pandemia está pasando muchas facturas pero la más desagradable es ver cómo la gente se retrata a sí misma.

Es como si el mero hecho de habernos puesto la máscara, nos ha quitado la careta a todos.

En marzo nadie sabía de qué iba el tema. Todos acojonados. Encerrados en casa por miedo a coger la muerte súbita.

De repente, todo el mundo se convirtió en maravilloso. Aplausos a las 8, canciones de cumpleaños, los héroes de la pandemia...

Hoy, siete meses después, la sociedad entera se ha ido a la mierda. Literal. 

Ya no hay héroes, si no personas desgastadas que, no es que no quieran tratar a la gente, es que no pueden más.

El sistema sanitario está desatendiendo otras enfermedades y cualquiera llega con un simple catarro y amenaza para que lo atiendan o directamente, no te atiende nadie.

La gracia es que todo sigue funcionando. 

Las pequeñas tiendas cierran, las grandes cadenas sobreviven  y esto es un cachondeo de la hostelería.

Me llama profundamente la atención que las asociaciones de hosteleros pidan fondos para paliar la incidencia de la pandemia en sus negocios.

Me llama la atención que se quejen los bares de que así no pueden vivir.

Me llama la atención y me choca, desde el punto de vista de haber sido una pequeña empresa, porque claro está que o trabajas e ingresas, o cierras y te endeudas.

Está claro que nos estamos equivocando en el funcionamiento de las cosas.

Pedir dinero a cambio de unas pérdidas justificadas por una emergencia mundial es algo como surrealista o quizás simplemente el devenir de una economía basada en el consumismo y en el "pide, que algo cae".

Lo que está más claro aun son las prioridades que la gente ha sacado a relucir:

- Preferimos ir de vacaciones y continuar con nuestra vida antes de evitar extender la pandemia.

- Preferimos juzgar a los demás antes de preguntarnos qué estamos haciendo nosotros.

- Preferimos en bien temporal propio antes que la mejora general de la población.

Somos egoístas y eso no lo oculta ninguna máscara, ningún aplauso, ninguna canción a coro desde un confinamiento.

El ser humano es muy triste. 

No merecemos más que lo que tenemos.


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