Azulejos azules
Y para quitarme el cabreo, lo mejor recordar cosas agradables.
Entre las imágenes de aquellas preciosas vacaciones, esta: acceso secundario a los jardines de la Quinta da Regaleira desde dentro. El asunto era una villa en medio de un frondoso bosque en Sintra, a la cual se accedía desde la zona posterior de la finca. En esa zona se encontraba un murete-muralla que recorría todo el perímetro pero que aquí se encontraba perforado por dos entradas: una principal a modo de gran entrada triunfal directa a la gran casa y un secundaria en un lateral escondida a modo de pequeña perforación del muro. Esa segunda e insignificante puerta se componía de una escalinata que ascendía hasta la parte superior de la muralla. En su parte superior se nos aparecía un templete precioso y en sus escaleras, la escena de la imagen: una paisaje que nos muestra en entorno de la finca y donde aparece el Castelo dos Mouros que se alza frente a la misma del mismo modo que en esa reconstrucción se nos muestra.
Quedé enamorada de la cerámica blanca y azul portuguesa, pero lamentablemente traje cosas típicas -el gallo predictor del tiempo- para todo el mundo menos para mí, quedándome con las ganas de esas escenas en azul.
Morfeo, quiero volver. No sé si se nota :-|
Entre las imágenes de aquellas preciosas vacaciones, esta: acceso secundario a los jardines de la Quinta da Regaleira desde dentro. El asunto era una villa en medio de un frondoso bosque en Sintra, a la cual se accedía desde la zona posterior de la finca. En esa zona se encontraba un murete-muralla que recorría todo el perímetro pero que aquí se encontraba perforado por dos entradas: una principal a modo de gran entrada triunfal directa a la gran casa y un secundaria en un lateral escondida a modo de pequeña perforación del muro. Esa segunda e insignificante puerta se componía de una escalinata que ascendía hasta la parte superior de la muralla. En su parte superior se nos aparecía un templete precioso y en sus escaleras, la escena de la imagen: una paisaje que nos muestra en entorno de la finca y donde aparece el Castelo dos Mouros que se alza frente a la misma del mismo modo que en esa reconstrucción se nos muestra.
Quedé enamorada de la cerámica blanca y azul portuguesa, pero lamentablemente traje cosas típicas -el gallo predictor del tiempo- para todo el mundo menos para mí, quedándome con las ganas de esas escenas en azul.
Morfeo, quiero volver. No sé si se nota :-|
2 Comments:
Pues no sé yo cómo quedaría eso en mi cuarto de baño. Con la suerte que tengo lo mismo me clavo una aguja de pino en el orto y eso seguro que no es sano.
Jajajajaja, Wardog tienes el mismo concepto del arte que el pavo del Miró colgado encima de la bañera, por lo menos podría haberlo puesto frente a la taza del water para "coger inspiración" ;-)
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