Efectivamente: es malo

Ya me lo habían dicho antes que trabajar era malo, pero cuando el diablo no tiene nada que hacer, ya se sabe, se pone a pintar la casa, cambiar muebles... Hace unos años me lo demostró un somier que pretendió que lo sujetara con el tabique nasal de la que caía, motivo por el cual no volví a escuchar el disco de Garbage que sonaba en aquel momento y tuve una cena romántica con tres lacitos de hilo cirujano sobre la tocha, unas ojeras tremendas del derrame y una mujer en la mesa de al lado que no dejaba de mirarme con cara rara -"señora, se me fue el sado de las manos..."-.
Hoy no fue para tanto, al menos de momento, pero un cabecero de cama decidió desclavarse justo cuando pasaba sobre un pie y ahora no tengo dedo gordo, tengo morcilla matachana de diseño con una uña color lila. No es que me cayesen lágrimas, es que sentía el dedo como cuando a un personaje de dibujos animados le dan un golpe: aumentaba y decrecía de tamaño cada segundo o así. Y ahora, ¿cómo pongo los tacones para ir de farra a San Peter? :'(

Es que no se puede trabajar, que es muy malo...