El gourmet salvaje
Veía el otro día de casualidad uno de esos habituales documentales de la 2 donde un pueblo aun en la edad de hierro de ciertas zonas africanas disparaba en la vena del cuello de un animal caprino para a continuación mezclar el líquido rojo con leche y proceder al batido para evitar los cuajarones y darse un posterior festín. No sé si el tema era ritual o no porque nunca recuerdo el final de este asunto.
Es una imagen que no deja indiferente: a unos los horroriza y a otros los atrae profundamente. Pero ¿qué diferencia nuestras preferencias culinarias de las de otra cultura?
En cada época y cada lugar se comió lo que mejor se adaptaba al medio y a la situación, así nabos, patatas y castañas se convirtieron en platos habituales en la mesa de determinadas zonas. Decían los ancianos ligados al pastoreo que a ellos nunca les faltó carne durante ciertas épocas en las que encontrarla o poder pagarla era un gran lujo. Otros ligados a la costa comerían pescado y se hartarían de ello pero era lo que había en abundancia...
¿Comeríamos la comida propia de un país diferente de visitarlo o pediríamos lo más parecido a lo que comemos en casa todos los días? Yo probaría, aunque ciertas cosillas generan un cierto reparo (lo de comer insectos, aunque si lo miramos bien el marisco no deja de tener similitudes con la arañas y esas cosillas...).
Pero, en el fondo, qué diferencia lo que hacían estos con la cabra de las morcillas que aquí degustamos, que llegan en ocasiones a alcanzar la categoría de delicatessen?
La respuesta es nada. Pero a saber qué pensaría este pueblo africano de que a su receta le quitásemos la leche para añadirle cebolla...
Es una imagen que no deja indiferente: a unos los horroriza y a otros los atrae profundamente. Pero ¿qué diferencia nuestras preferencias culinarias de las de otra cultura?
En cada época y cada lugar se comió lo que mejor se adaptaba al medio y a la situación, así nabos, patatas y castañas se convirtieron en platos habituales en la mesa de determinadas zonas. Decían los ancianos ligados al pastoreo que a ellos nunca les faltó carne durante ciertas épocas en las que encontrarla o poder pagarla era un gran lujo. Otros ligados a la costa comerían pescado y se hartarían de ello pero era lo que había en abundancia...
¿Comeríamos la comida propia de un país diferente de visitarlo o pediríamos lo más parecido a lo que comemos en casa todos los días? Yo probaría, aunque ciertas cosillas generan un cierto reparo (lo de comer insectos, aunque si lo miramos bien el marisco no deja de tener similitudes con la arañas y esas cosillas...).
Pero, en el fondo, qué diferencia lo que hacían estos con la cabra de las morcillas que aquí degustamos, que llegan en ocasiones a alcanzar la categoría de delicatessen?
La respuesta es nada. Pero a saber qué pensaría este pueblo africano de que a su receta le quitásemos la leche para añadirle cebolla...
Etiquetas: curiosidades, Diarreas mentales, mundo
4 Comments:
Al final todo es cuestión de costumbres, supongo.
Supongo que es asi pero uno tiene tambien que preguntarse si las costumbres son o no sanas.
Mirar esto:
http://www.heaven666.org/galleries/rat_cooking.php
yo intento probar de todo cuando viajo, pero sangre de mamifero, no! e insectos tampoco!
Laurix, yo creo que sí.
Jack, pues tiene una pinta cojonuda la rata. Parece cochinillo :-)~~~
Lolita, los insectos dan muy mal rollo.
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