El pellejo licencioso
No hay nada peor en esta vida que creerse uno lo que no es y, lo peor de todo, dedicarse a ejercer de señores del siglo XIX cuando ha quedado claro que más que muertos de hambre muchos de ellos no son.
Levantarse tras haber dormido mal, o mejor dicho, tras no haber dormido nada, con un tic en un ojo y en el señalado día del odio que la regla le otorga a las mujeres una vez al mes, para ir a comprar y encontrarse una "señora" con autolicencia para colarse y encima increpar creyéndose en su derecho, no tiene precio.
Es una sensación que se va notando crecer poco a poco en el interior. Se va la frutería, se saca número, se espera. Cuando llega tu número, una "señora" te mira con cara de "puede que tengas el número pero..." y despachas.
Vas a pagar a la caja, hay una cola tremenda. Te sitúas la última y llega la misma "señora". Disimula como buscando algo que está delante de ti y acto seguido ves cómo se te coloca delante.
Sacas la bolsa de naranjas y la ubicas entre la "señora" y quien tenías delante al principio e intentas recuperar posición, mientras que la señora se te coloca a la par mirándote de reojo y fichándote de arriba a abajo.
Tooodo un camino luchando en la cola del puto supermercado cuando llega tu turno y ves como la "señora" coloca sus cosas sobre el mostrador de la caja. Y explotas:
- Oiga, voy yo.
- ¿Qué te crees que eres tan pequeña como para no verte? - Y piensas eso de "encima la muy hija de puta me llama gorda"-.
Diez frases cruzadas después y una cajera asustada pero muda YO paso en mi turno mientras la "señora" sigue alabándome a lo zorro con el resto de la gente del supermercado.
Hay días en los que se deja pasar.
Hay días que se calla la boca.
Hay días en los que por no discutir, se traga.
Pero hay días en los que se decide que se está tan hasta los cojones de aguantar a pellejos licenciosos, que se revienta.
¿Cómo reconocer a un pellejo licencioso? Fácil: suelen ser "señoras", en su mayoría, aunque también hay "señores" -conozco a dos que van en pareja-, de entre 60 y 70 años con una carga de estuco-maquillaje en la cara digna de comparación con los techos del artista este en la ONU, cargadas de bisutería como si de un árbol de navidad se tratase y con el abrigo de pieles. Esto último no falla.
Sospecho que sus cerebros ultrateñidos han sufrido un proceso de asimilación de la zorrería que creen llevar puesta y así es como se comportan.
Lo normal es que se acerquen como que no quiere la cosa. Que te miren de arriba abajo para comprobar que no "pareces una señora" y acto seguido, asimilar que por tu forma de vestir y tus carencias de bisutería barata, no eres digna de ejercer tu turno en las colas de los supermercados. A continuación, la técnica del despiste las llevará a posicionarse ante ti en colas varias de tiendas o de lo que sea. Algunas, poco osadas o menos afectadas por la piel de zorra, cuando dices que es TU turno, dicen eso de "ay, no me di cuenta" y se callan, pero otras... te dan ganas de desgastar el zapato a base de darles patadas en la boca.
No falla. Son así y ahí están.
Lo peor de todo es que estos "pellejos licenciosos" se encuentran en las tiendas donde los precios son más bajos, lo cual me lleva a pensar que, o bien la crisis está haciendo que los "pretendidos señores" se vean convertidos en aristocracia rancia muerta de hambre que compra medio calamar y dos naranjas porque no tiene para más, pero que siguen luciendo sus zorros para aparentar lo que no tienen, o bien que hay más gilipollas de lo normal suelto -y cómo no, me los encuentro yo todos-.
¡Y yo que me siento abochornada por ponerme a pagar la compra y encontrarme con la tarjeta caducada y la nueva tarjeta en casa! Bochorno tenían que sentir estos muertos de hambre vestidos con pellejos y que se llevan todo el papel de regalo de los supermercados porque es gratis y se dedican a colarse o a lucir visones que son embargados por impago a la puerta de sus casas...
Mekawen los pellejos licenciosos.
Levantarse tras haber dormido mal, o mejor dicho, tras no haber dormido nada, con un tic en un ojo y en el señalado día del odio que la regla le otorga a las mujeres una vez al mes, para ir a comprar y encontrarse una "señora" con autolicencia para colarse y encima increpar creyéndose en su derecho, no tiene precio.
Es una sensación que se va notando crecer poco a poco en el interior. Se va la frutería, se saca número, se espera. Cuando llega tu número, una "señora" te mira con cara de "puede que tengas el número pero..." y despachas.
Vas a pagar a la caja, hay una cola tremenda. Te sitúas la última y llega la misma "señora". Disimula como buscando algo que está delante de ti y acto seguido ves cómo se te coloca delante.
Sacas la bolsa de naranjas y la ubicas entre la "señora" y quien tenías delante al principio e intentas recuperar posición, mientras que la señora se te coloca a la par mirándote de reojo y fichándote de arriba a abajo.
Tooodo un camino luchando en la cola del puto supermercado cuando llega tu turno y ves como la "señora" coloca sus cosas sobre el mostrador de la caja. Y explotas:
- Oiga, voy yo.
- ¿Qué te crees que eres tan pequeña como para no verte? - Y piensas eso de "encima la muy hija de puta me llama gorda"-.
Diez frases cruzadas después y una cajera asustada pero muda YO paso en mi turno mientras la "señora" sigue alabándome a lo zorro con el resto de la gente del supermercado.
Hay días en los que se deja pasar.
Hay días que se calla la boca.
Hay días en los que por no discutir, se traga.
Pero hay días en los que se decide que se está tan hasta los cojones de aguantar a pellejos licenciosos, que se revienta.
¿Cómo reconocer a un pellejo licencioso? Fácil: suelen ser "señoras", en su mayoría, aunque también hay "señores" -conozco a dos que van en pareja-, de entre 60 y 70 años con una carga de estuco-maquillaje en la cara digna de comparación con los techos del artista este en la ONU, cargadas de bisutería como si de un árbol de navidad se tratase y con el abrigo de pieles. Esto último no falla.
Sospecho que sus cerebros ultrateñidos han sufrido un proceso de asimilación de la zorrería que creen llevar puesta y así es como se comportan.
Lo normal es que se acerquen como que no quiere la cosa. Que te miren de arriba abajo para comprobar que no "pareces una señora" y acto seguido, asimilar que por tu forma de vestir y tus carencias de bisutería barata, no eres digna de ejercer tu turno en las colas de los supermercados. A continuación, la técnica del despiste las llevará a posicionarse ante ti en colas varias de tiendas o de lo que sea. Algunas, poco osadas o menos afectadas por la piel de zorra, cuando dices que es TU turno, dicen eso de "ay, no me di cuenta" y se callan, pero otras... te dan ganas de desgastar el zapato a base de darles patadas en la boca.
No falla. Son así y ahí están.
Lo peor de todo es que estos "pellejos licenciosos" se encuentran en las tiendas donde los precios son más bajos, lo cual me lleva a pensar que, o bien la crisis está haciendo que los "pretendidos señores" se vean convertidos en aristocracia rancia muerta de hambre que compra medio calamar y dos naranjas porque no tiene para más, pero que siguen luciendo sus zorros para aparentar lo que no tienen, o bien que hay más gilipollas de lo normal suelto -y cómo no, me los encuentro yo todos-.
¡Y yo que me siento abochornada por ponerme a pagar la compra y encontrarme con la tarjeta caducada y la nueva tarjeta en casa! Bochorno tenían que sentir estos muertos de hambre vestidos con pellejos y que se llevan todo el papel de regalo de los supermercados porque es gratis y se dedican a colarse o a lucir visones que son embargados por impago a la puerta de sus casas...
Mekawen los pellejos licenciosos.
Etiquetas: Diarreas mentales, exorcismos, frustraciones
7 Comments:
Uy si... conozco la sensación... Hay veces que aguanto y no digo nada, pero las veces que me pillan de malas... ¡¡se lía!!
Yo te comprendo a la perfección. No hay cosa que me ponga de peor humor que las viejas que se me quieren colar en los super. Eso si, hace años que me dije que no se me iba a colar ni una y no lo permito, se pongan como se pongan.
El tipo que más me fastidia es el de esas que dejan la cesta en la caja mientras que buscan cualquier pijada que se les "olvidó" y se piensan que eso les da derecho a pasar delante de ti. Normalmente lo que hago es empujar con el pie fuera de la cola o pa debajo de cualquier cosa que esté cerca. Alguna vez tengo puesto encima mi cesta vacia pa que se entretengan una rato despotricando.
Yo si hay alguien delante respeto la cola, pero una cesta no ye una persona así que na, a rascala paisana.
Joer si es que hasta me mosqueo de sólo recordar algún caso.
Pasa en todas partes pero en las tiendas pequeñas aún más, de hecho nunca voy a ellas por eso, odio hacer colas para la carnicería, etc y ya cuando empiezan a probar, que si qué tal está ese jamón, etc, etc, grrrr y cuarto y mitad de esto, y cuarto de esto grrrr
A mí a veces no me han visto y mido 1,80, no te digo más!
...Y otra vez en la cola del super tararea... What a Wonderful World!. Esta canción tiene la propiedad de deshacer a los seres rematadamente malignos entre espantotosas convulsiones y borbotones como de blandiblup morado y todo. :) Y no te engañes que no son señoras, que son seres abisales disfrazados. (¿No había comprado medio calamar? ¿Ves?)
Me ha gustado el pifostio que has armado con los pellejos, las pieles y la zorrería que se les pega :-)
Aun a riesgo de cometer alguna injusticia (porque sí puede haber gente que se despiste de verdad), soy partidario de no pasar ni una.
Very good!
¡Cómo me comprendéis! Si es que el mundo está lleno de pellejos licenciosos...
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