domingo, 3 de mayo de 2009

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Al margen de las pastillitas de colores, una de las tareas encomendadas fue el encontrar respuesta al eterno enigma de la humanidad: "cuál es el sentido de la vida".

Es curioso. Resulta irónico hasta decir basta el incluir en una confusión tremenda un caos aun mayor para intentar calmar la revoltura primigenia... No tiene sentido. Ni lo uno ni lo otro.
¿Cómo una persona en un mes va a encontrar respuesta a la pregunta que toda la humanidad lleva formulándose, si no ya su completa existencia, al menos gran parte de la misma?

Pues ni idea.

La cuestión es que lo más acertado que parezco haber encontrado a dicho sentido es el lema de un insecticida: como las cucarachas, los humanos "nacen, crecen, -algunos- se reproducen -para desgracia del resto de los humanos-, mueren y desaparecen".

No se me ocurre nada más.

Me he preguntado en alguno de esos momentos de sueño inexistente si el sentido radica en criar primates en una jungla perdida o en criar primates avanzados en una jungla de cemento. Si lo está en descubrir vacunas para gripes extrañas de extrañas procedencias o si lo está en generar virus para guerras biológicas ocultas en las sombras. ¿Será el hecho ser un líder político o un político marcado a dedo? ¿Será el ganar dinero con el sudor de la frente o ganar dinero sin mover un dedo?

Pues no lo sé.

No me llaman los primates ni avanzados ni cubiertos de pelo. No me llama que el destino de la humanidad dependa de mis meteduras de pata ni me llama ocupar una silla a sabiendas de que estoy ahí porque alguien lo ordenó. No tengo dinero, tampoco creo que mi sentido de la vida sea el tenerlo porque dudo mucho su sentido. Lo obtuve con el sudor de la frente, también alguna vez de maneras más sencillas. No tiene ningún sentido.

¿Es el acumular objetos el sentido de la vida? Para algunos, sí. Para mi, no, pese a que en ocasiones piense que me rodea un gabinete de maravillas de difuso sentido.

Lo único que se me ocurre que pueda ser ese sentido es esa puñetera cosa llamada felicidad. Qué será eso que hace que todo el mundo lo busque... Que convierta a quien lo encuentra en el más grande de los desdichados cuando se va, pues no deja de ser mayor la desesperanza cuando la esperanza se va dejando su recuerdo.

Tengo todo lo que podría necesitar, cosa que se plantea como una de las necesidades básicas del hombre de cara a la búsqueda de la felicidad: cubrir las necesidades básicas. El problema es que la cosa no es tan sencilla e inmediatamente aparece una necesidad más complicada, menos simple, que -como no sabemos a qué se debe- se relaciona con esas cosas tan complicadas del alma, la espiritualidad y todo eso de lo que las diversas religiones echan mano: el ser necesita realizarse como algo más que una entidad común dentro de un grupo concreto.

Entonces, ¿qué quieres ser para ser feliz? ¿Pintora? ¿Escritora? ¿investigadora? ¿Cocinera? ¿Ama de casa? ¿Profesora? ¿Qué? En el fondo cada uno es consciente de todas las cosas que es, que ha sido, que no será nunca. Y sigue sin haber sentido más allá de una meta a alcanzar que se presenta siempre como inexistente.

¿Será el exceso de perfeccionismo lo que nos impide encontrar el sentido a nada? Es como una bola de cristal, de esas con nieve de mentira que cuando se agita genera tormentas dentro del agua. Un buen día el muñeco interior sonríe cuando alguien agita la nieve, pero cuando intenta tocar la nieve de verdad que cae por la ventana, es incapaz de traspasar esa frontera de cristal que, curiosamente, otros han impuesto: nunca necesitó ni la nieve de mentira ni la coraza de cristal para ser feliz porque hay nieve de verdad ahí fuera.

La única solución al eterno enigma que se me ocurre es una paráfrasis de la vida: uno puede cultivar flores a sabiendas de que una vez que se consiga la floración, tras un breve periodo de esplendor, la flor morirá. Puede que la planta también. Todos los cuidados entonces fueron en vano cuando el esfuerzo sólo sirvió para unos momentos de belleza efímera y todo el mundo te llamará loco por dedicarte a algo tan poco productivo.

Pero, ¿por qué tienes que dejar de cultivar flores porque te lo digan los demás?

No sé cual es el sentido de la vida, pero creo que seguiré cultivando flores. A lo mejor algún día lo descubro.

Esto sigue en marcha: hacía tiempo que no escribía una parrafada tan larga y tan filosófica :-)

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3 Comments:

Blogger Pilar said...

No puedo darte respuestas. Solo puedo decirte que las flores son bellas, y lo bello vale la pena :)

3 de mayo de 2009, 19:18  
Blogger issa said...

ainssss... yo sólo puedo decirte que me ha sido imposible leer los dos últimos párrafos xDDD
todavía tengo líneas horizontales bailando en mis retinas...
seguro que la Gestalt tiene mucho que decir sobre esto.

4 de mayo de 2009, 10:04  
Blogger Boo said...

Un profesor (de psicología de la personalidad) me dijo una vez que gran parte de la felicidad la encontramos en los retos, la autosuperación.(Esto es, cubiertas las necesidades básicas de comida, techo, etc)
Me puso como ejemplo a la gente que escala grandes picos.

Yo creo que la educación emocional es la base para la felicidad, conocerse es clave.

Pero igual lo digo por deformación profesional ;P

Precioso post :)

4 de mayo de 2009, 10:33  

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