miércoles, 20 de enero de 2010

Una cuestión de brillantez

- Hola buenas, quería unos pendientes tipo victoriano, de plata o algo que no brille demasiado...

- Bueno, tenemos estos de oro blanco...

- No, oro no que no me gusta y además me da alergia.

- Hay estos otros que vienen ahora con abalorios brillantes de colores, algunos traen detalles plateados...

- No, esto no me pega ni con cola...

- Pues lo que más se lleva para lo que me pides es esto de oro blanco con brillantes incrustados...

- Es que con tanto brillo no me llama.

- Pero míralos, que son ideales...

- Es que no me gustan pero nada de nada... y lo quería de plata tipo viejo, con poco brillo...

- Mmm. pues estos de oro blanco con perlas...

- A ver, no me gusta el oro.

- Pues entonces vas a tener que ir a un mercado a por ellos.

- Pues sí, ya decía yo que aquí no había lo que yo buscaba...

Es una cuestión de gustos, pura y simplemente, o tal vez resulte que mis gustos están démodè -creo que se escribe la tonterida-, lo que viene siendo desfasados. La cuestión es que el tema de los brillos y las "joyas" actuales como que no me llaman nada. Todo son piezas de tamaño salvajemente desproporcionado donde lo que prima es el bestialismo -de tamaño quiero decir- y quizás si se quiere la ostentación, aunque no lo acabo de ver ya que llevar medio kilo de acero inoxidable colgando del cuello no me parece gran motivo para presumir... por muy pulido que esté, aunque está claro que todo es cuestión de gustos y que si por que te vean la joya es, la van a ver de sobra.

Luego está el tema del vender a toda costa o del equivocarse en donde entras, pero si una madre insiste, hay que dejarla desengañarse por si misma porque un simple "mamá, no me gustan las cosas que tienen ahí" no les suele ser suficiente. Y es que si pides plata, enséñame plata que aunque sea un material más barato, es el trabajo lo que puede encarecer la pieza o simplemente darle el toque especial con un tratamiento determinado del metal, pero enséñame plata que es lo que te pido y no me insistas con el oro que me saca ronchas.

Al final, en una de esas pequeñas tiendas donde venden cualquier clase de cosa que te puedas imaginar y donde siempre hay un pequeño -o muy grande- espacio para las "joyas" de menores calidades se pueden encontrar esas cosillas que se buscan.

- Hola, ¿algún pendiente tipo victoriano en plata y sin muchos brillos?

- Sí, mira, tenemos estos de aquí y estos, y estos... con brillos ya tienden al estilo vintage que aunque repitan formas victorianas abusan demasiado de las piedras brillantes.

Qué cosas pasan en este mundo: unos pendientes preciosos de plata tipo victoriano en la tiendina de las caxigalines de enfrente de casa, 35 euros y mil gracias para la dependienta, por sus consejos y por enseñarme lo que quería desde el principio.

¿Puede haber algo más precioso que algo que con materiales de los "asumibles" de precio y con una buena dosis de paciencia genere preciosidades tan grandes como las que salieron de esta época? Será que me puede el romanticismo -artístico- pero se me van los ojos detrás de todas las cosas nacidas al calor de ese estilo. Bien es cierto que no son originales ni mucho menos -ya me gustaría-, pero tienden a repetir esas formas que tanto me llaman.


Qué se le va a hacer, si una es rara, es rara para todo.

Etiquetas:

3 Comments:

Blogger Laurix said...

ains! qué manía tienen en las tiendas con venderte lo que no te gusta... Seguro que los pendientes que has cogido son preciosos

21 de enero de 2010, 9:41  
Blogger Alex said...

Dí que sí, lo mejor es tener las ideas claras y personalidad! Vas a estar preciosa!

21 de enero de 2010, 17:24  
Blogger Lolita Blahnik said...

Bueno, al final los conseguiste, eso si, despues de tener que aguantar al vendedor plasta!!!!!!

22 de enero de 2010, 0:36  

Publicar un comentario

<< Home