lunes, 25 de mayo de 2015

De qué?

Hay cosas que tengo en la cabeza como un recuerdo horripilante, vamos, de las que le hinchan los cojones a cualquiera, la gracia es que las recuerdo de allá por los 4-10 años y a esas edades eres un mindundi que no puede protestar porque "los niños no pueden ser tan repunantes".

A día de hoy, más de 30 años después, mi teoría se confirma: no es que fuera un "niño repunante", es que soy una "persona repunante" y me siguen hinchando las pelotas ciertas cosas.

Recuerdo con asquete la manía de las clientas de mi madre de cogerme los papos y estrujarlos mientras que la ira y el dolor me corroían la cara -¿Lo habéis probado alguna vez? Porque duele, y mucho. Hijas de la gran pu**-.

Recuerdo lo del "dame un besito"... y el hedor a potingues varios, maquillajes asquerosos que se te quedaban pegados a la cara y aquellas marcas de pintalabios que no había dios quien las quitara...

Es tal el grado de aversión que llegué a sentir que lo del contacto humano me ha quedado como una hipocondría de las de "por favor, espacio vital, no me toques a no ser que desees la muerte", pero claro, como ningún psiquiatra me miró a edades tan tempranas, era simplemente "una cría muy rarina" y que rehuía el contacto.

Tal es el grado de besuqueos señoriles soportado que aun a día de hoy cuando se acerca a mi vástaga la típica señora pelma de cojones, me ataca la ansiedad y no sólo intento evitarle a la cría los achuchones no deseados si no que se me pasan por la cabeza multitud de cosas que enseñarle como arma arrojadiza de la palabra para determinadas situaciones...

Está la señora pelma de portal que si te la cruzas dos mil veces, todas ellas pregunta lo de "A dóooOOoonndeee vaaAAAAaaas?" y todas y cada una de ellas me apetece enseñarle a la cría lo de "A lavar el ratu al ríiiiiIIooo", a ver si le resulta tan graciooso.

O a la que le come el pan a la cría cuando venimos de la panadería...  ¿Pero por qué no se lo come a su puta madre?

No comprendo por qué los niños tienen que estar sometidos a las estupideces de los adultos que los tratan como si fueran gilipollas.

Es como lo de "¿Me das una besitA?" de su abuelita... ¿Una quÉ? ¿Una besiqué?
Búscate un puto sapo....

En fin, que me enciendo.

Que si la cría no quiere dar besos, no los da y punto.
Que si quieres saber cada movimiento del vecindario, pues te jodes.

Es como lo del famoso grupo de feisbu, estoy en una etapa de mi vida en la que si te tengo que mandar a tomar pol culo, lo hago y a callar.

Pero qué repunante soy....

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2 Comments:

Blogger Unknown said...

yo me iba para el patio y no me pillaban , pero estaba lo de "usted siga bien", entre otras cosas. Una amiga le enseño a su hija a dar la mano, así evitaba los besuqueos no deseados.

Hace mucho que educadamente digo lo que me peta, porque mi edad me lo permite y ya no tengo freno puesto; quedo más ancha que pancha.

El día que la nena le de un bocado, verás como no le incordian más.

besiños

Ana

27 de mayo de 2015, 13:18  
Anonymous Adelius said...

El mío de las primeras cosas que aprendió a decir fue "no doy besos" y a día de hoy sigue repitiéndolo y da la mano. Siempre ha quedado como el repunante y el raro... pero nos hemos ahorrado pila de catarros XD

2 de junio de 2015, 11:31  

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