martes, 21 de noviembre de 2006

Troyanos del cerebro femenino

Claramente los hay. En el mio ya detecté dos que pensé que no tenía, a saber cuántos más puedo llegar a encontrar. El primero apareció el otro día en el rastro: otra fémina contemplaba atónita y con ojos desorbitados un bolso mientras divagaba sobre si lo compraría o no, lo guapo que era y lo mucho que le pegaba con los zapatos... Y en ese momento mi primer troyano despertó: ¡tenía la incipiente necesidad de arrancárselo de las manos y llevármelo! ¿Pero por qué? Si nunca me pasó eso... y por fin, lo posó y pude hacerme con él, momento en que el troyano quedó desactivado con la llegada de la razón: con lo que te duele la espalda, ¿para qué quieres un bolso tan grande? Si cuando más grande sea, más peso cargas... Pues no, ese no pudo conmigo.
El segundo es más preocupante. Ciertos amigos de la costilla precursora, mantienen la extraña teoría de que las mujeres llevan un chip en el cerebro que en cierta fase de su vida las incita al casorio. Pero... ¡si es verdad! Hoy hablé con familia femenina que el año que viene promete sangrarme el bolso en vías de su regalo de bodas, y es la que va a iniciar el proceso terrible de los tres -con posibilidades de cuatro- bodorrios que me van a dejar temblando el año que viene. Para más coña, acaba de hacernos la visita turística de turno una pareja más que se casa aquí mismo en noche vieja y es en este preciso momento en el que me surge la duda existencial de ¿soy realmente una mujer tan inútil que en 9 años no fui capaz de engañar a la costilla precursora? Hay otras que lo consiguen en menos tiempo, pese a ser ferrotes despendolados, algunas claro... a base de bombazos X-D
Aunque luego me entran dudas, ¿realmente querría eso? No lo sé, demasiadas complicaciones en una vida salpicada por la duda del qué-cómo-cuando-dónde-por qué y abandonada a la corriente del devenir.

¿Al platu vendrás arbeyu, si nun ye de joven será de vieyu? No se, no se.

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