Cómo empezó todo
O recapitulación del por qué empecé a hacer cosas que no me darán de comer ni un trabajo digno.
Todo empezó en Porrúa, a finales de un agosto de hace 12 años. Mercau Astur, repletito de cosas de esas llamadas artesanas con el sobrenombre de rabo que te meto. 16 años propios con orgullo de asturianía y tierra celta con todo lo cultural que ello conlleva y mucha esperanza en esta vida. En este panorama, vi un arcón de madera. No era gran cosa pero era precioso a ojos inexpertos. En teoría era castaño, tallado a mano con métodos tradicionales que un paisano enseñaba al lado de las piezas ya concluidas.
Me gustaba mucho, pero el precio de la pieza más pequeña se alejaba mucho de mi presupuesto para nada. Y decidí que yo podía hacerlo. Después de ese mercado concluyó mi trabajo en Llanes y volví a casa, enviando de cabeza a la serrería más cercana a mi tío que me compró una tabla de pino -bastante más barato y fácil de encontrar que el castaño- que por suerte o desgracia no entraba en el coche y tuvo que cortarse, dando comienzo a la primera prueba en el trozo cortado de tabla y que posteriormente se convertiría en la tabla delantera de mi primer baúl.
Tenía -tengo- un libro de dibujos celtas extraídos de piezas de orfebrería y del famoso Book of Kells -que poco tiene de celta y mucho de mezcolanza católica-irlandesa- pero que me dieron para hacer muchas piezas diferentes. La primera tabla fue sencilla, tampoco era cuestión de romperse los cuernos en la primera de cambio ya que no sabía qué iba a salir de allí. En ella aprendí que cortar en el sentido de la veta es fácil, a contraveta duro y en general las angüeñas me llenaron las manos. Dolían mucho pero meterlas en agua fría después de darle al tallaje era una sensación bastante "prestosa". Luego vino el hacer la caja, de la que no incluyo foto por su parte posterior porque está rematada con unas colas de milano hechas al revés que no sujetan absolutamente nada. Lógico, nunca las había visto ni hecho y así quedaron. La siguiente parte en tallar, con todas las piezas desmontadas fue la tapa, en la que el derroche decorativo propio de ese arte irlandés y su barroquismo y horror vacui lo llenan absolutamente todo. Una vez visto que puedes, ¿por qué no? Después de tallar todas la piezas vino el problema. Lógicamente, lleva tiempo y con el tiempo, la madera de pino de serrería se seca y al secarse, se comba. No es una buena madera, pero es lo que hay si no se tiene mucha pasta. Lo ideal es hacer la caja y tallarla después para que una vez hecha no se desmangue al secar. Como mucho se puede retorcer la tapa, pero se soluciona con un cepillo.
Me encontré el problema de que no tenía unas bisagras adecuadas y la cerradura que compré acabó enganchándome toda la ropa que se acercaba a ella, así que la quité y así aparece el día de hoy.
Luego añadí las patas, que me gusta decir que son un sello propio porque nunca las había visto en ninguna parte: constan de un puño cerrado de tres dedos paralelos. Es una parte de las cajas que he hecho con patas que me encanta. Y bueno, así quedó al ser el primero: retorcido y sin terminar. En él ensayé una manera de envejecido que ya he perfeccionado y que no se si se utilizará actualmente pero que sabía se utilizaba en la edad media para conseguir el color negro: el humo de vela. Si se consigue hacer lamer una superficie a la llama de una vela y que el humo recorra el resto -ojo, sin llegar a quemarla- se genera una película de ollín que tiñe de negro amarronado la superficie. Se ha de limpiar con un pincel o brocha para no hacer una guarrada al aplicar la cera que le da el toque final. La cera simplemente se aplica con una balleta seca y a base de frotar acaba dándosele el acabado deseado. Si se frota en el sentido de la veta quedará brillante, si se hace en el contrario mate. Es una cosa curiosa...
Por cierto, ¿dije que tallo a cutter? Los buriles e instrumentos habituales para el tallado de madera son muy efectivos cuando la pieza es dura, es decir de castaño o similar, pero si se trata de una madera relativamente blanda como es el caso del pino, resulta imposible aplicar su uso y no reventar la pieza o al menos el dibujo que se esté realizando y con estos instrumentos se alcanza mayor precisión en el corte. ¿Podría ser más fácil con otro tipo de herramientas? Sin duda, pero no sería ya una pieza artesana hecha a mano, cosa que casi todas mis piezas talladas lo son, porque el único elemento que utilizo mecánico es la sierra de calar o la lijadora.
Tras esta caja llegaron más cajas de diferentes tamaños y formas. Espejos -me acuerdo de un espejo con dos coletas laterales, cuatro trisqueles en las esquinas y una concha en la parte superior que todavía me duele haber vendido, a ver si hago otro-, marcos de cuadros, portarretratos y alguna que otra venta en la Paraxuga que dejé por falta de tiempo. Algunos encargos, como el cartel de El Espumeru hecho en castaño. Los años avanzaban y no es muy bueno dedicarse a esto de pleno mientras estudias una carrera. Aunque surgieron otras inquietudes y viendo que era capaz de todo por qué no iba a hacerlo: de la madera pasé por los mismos años al barro. Hice muñecos, cabezas, figuritas varias, marionetas... De ahí pasé a la joyería con un curso que dí en Sotrondio y del que tengo en una cervecería un torque de cobre del que ya pondré alguna imagen y un par de anillos curiosos aunque mal rematados. Luego vino el cuero, las lámparas tipo Tifany de plomo líquido y vidriera de mentira. De mi güela heredé las agujas de tejer e hice jerseys, chaquetas y similares -aun no me dio por los calcetos como a ella-. Luego me llegó la época de los muñecos articulados, los animalitos de ganchillo y ahora los tapices, de los que en breves pondré un detallado How to porque me volví loca buscando por la web cómo hacer un tapiz y la información fue bastante escasa.
Ahora, 12 años después, 28 propios, sigo con una asturianía perpetua pero de capa caída con bastantes menos esperanzas pero haciendo las mismas chuminadas, si no más -a sabiendas de que es buena terapia para los nervios el hacer trabajos manuales- y con tres frustraciones que voy a intentar superar algún día: pintar un cuadro, hacer unes madreñes -que no hice ya por falta de la herramienta adecuada y de las que un borrego en uno de estos mercaos tradicionales me dijo que "no era cosa de muyeres"- y encontrar trabajo. El orden de los factores me es plenamente irrelevante, pero lo haré.
Todo empezó en Porrúa, a finales de un agosto de hace 12 años. Mercau Astur, repletito de cosas de esas llamadas artesanas con el sobrenombre de rabo que te meto. 16 años propios con orgullo de asturianía y tierra celta con todo lo cultural que ello conlleva y mucha esperanza en esta vida. En este panorama, vi un arcón de madera. No era gran cosa pero era precioso a ojos inexpertos. En teoría era castaño, tallado a mano con métodos tradicionales que un paisano enseñaba al lado de las piezas ya concluidas.
Me gustaba mucho, pero el precio de la pieza más pequeña se alejaba mucho de mi presupuesto para nada. Y decidí que yo podía hacerlo. Después de ese mercado concluyó mi trabajo en Llanes y volví a casa, enviando de cabeza a la serrería más cercana a mi tío que me compró una tabla de pino -bastante más barato y fácil de encontrar que el castaño- que por suerte o desgracia no entraba en el coche y tuvo que cortarse, dando comienzo a la primera prueba en el trozo cortado de tabla y que posteriormente se convertiría en la tabla delantera de mi primer baúl.
Tenía -tengo- un libro de dibujos celtas extraídos de piezas de orfebrería y del famoso Book of Kells -que poco tiene de celta y mucho de mezcolanza católica-irlandesa- pero que me dieron para hacer muchas piezas diferentes. La primera tabla fue sencilla, tampoco era cuestión de romperse los cuernos en la primera de cambio ya que no sabía qué iba a salir de allí. En ella aprendí que cortar en el sentido de la veta es fácil, a contraveta duro y en general las angüeñas me llenaron las manos. Dolían mucho pero meterlas en agua fría después de darle al tallaje era una sensación bastante "prestosa". Luego vino el hacer la caja, de la que no incluyo foto por su parte posterior porque está rematada con unas colas de milano hechas al revés que no sujetan absolutamente nada. Lógico, nunca las había visto ni hecho y así quedaron. La siguiente parte en tallar, con todas las piezas desmontadas fue la tapa, en la que el derroche decorativo propio de ese arte irlandés y su barroquismo y horror vacui lo llenan absolutamente todo. Una vez visto que puedes, ¿por qué no? Después de tallar todas la piezas vino el problema. Lógicamente, lleva tiempo y con el tiempo, la madera de pino de serrería se seca y al secarse, se comba. No es una buena madera, pero es lo que hay si no se tiene mucha pasta. Lo ideal es hacer la caja y tallarla después para que una vez hecha no se desmangue al secar. Como mucho se puede retorcer la tapa, pero se soluciona con un cepillo.
Me encontré el problema de que no tenía unas bisagras adecuadas y la cerradura que compré acabó enganchándome toda la ropa que se acercaba a ella, así que la quité y así aparece el día de hoy.
Luego añadí las patas, que me gusta decir que son un sello propio porque nunca las había visto en ninguna parte: constan de un puño cerrado de tres dedos paralelos. Es una parte de las cajas que he hecho con patas que me encanta. Y bueno, así quedó al ser el primero: retorcido y sin terminar. En él ensayé una manera de envejecido que ya he perfeccionado y que no se si se utilizará actualmente pero que sabía se utilizaba en la edad media para conseguir el color negro: el humo de vela. Si se consigue hacer lamer una superficie a la llama de una vela y que el humo recorra el resto -ojo, sin llegar a quemarla- se genera una película de ollín que tiñe de negro amarronado la superficie. Se ha de limpiar con un pincel o brocha para no hacer una guarrada al aplicar la cera que le da el toque final. La cera simplemente se aplica con una balleta seca y a base de frotar acaba dándosele el acabado deseado. Si se frota en el sentido de la veta quedará brillante, si se hace en el contrario mate. Es una cosa curiosa...
Por cierto, ¿dije que tallo a cutter? Los buriles e instrumentos habituales para el tallado de madera son muy efectivos cuando la pieza es dura, es decir de castaño o similar, pero si se trata de una madera relativamente blanda como es el caso del pino, resulta imposible aplicar su uso y no reventar la pieza o al menos el dibujo que se esté realizando y con estos instrumentos se alcanza mayor precisión en el corte. ¿Podría ser más fácil con otro tipo de herramientas? Sin duda, pero no sería ya una pieza artesana hecha a mano, cosa que casi todas mis piezas talladas lo son, porque el único elemento que utilizo mecánico es la sierra de calar o la lijadora.
Tras esta caja llegaron más cajas de diferentes tamaños y formas. Espejos -me acuerdo de un espejo con dos coletas laterales, cuatro trisqueles en las esquinas y una concha en la parte superior que todavía me duele haber vendido, a ver si hago otro-, marcos de cuadros, portarretratos y alguna que otra venta en la Paraxuga que dejé por falta de tiempo. Algunos encargos, como el cartel de El Espumeru hecho en castaño. Los años avanzaban y no es muy bueno dedicarse a esto de pleno mientras estudias una carrera. Aunque surgieron otras inquietudes y viendo que era capaz de todo por qué no iba a hacerlo: de la madera pasé por los mismos años al barro. Hice muñecos, cabezas, figuritas varias, marionetas... De ahí pasé a la joyería con un curso que dí en Sotrondio y del que tengo en una cervecería un torque de cobre del que ya pondré alguna imagen y un par de anillos curiosos aunque mal rematados. Luego vino el cuero, las lámparas tipo Tifany de plomo líquido y vidriera de mentira. De mi güela heredé las agujas de tejer e hice jerseys, chaquetas y similares -aun no me dio por los calcetos como a ella-. Luego me llegó la época de los muñecos articulados, los animalitos de ganchillo y ahora los tapices, de los que en breves pondré un detallado How to porque me volví loca buscando por la web cómo hacer un tapiz y la información fue bastante escasa.
Ahora, 12 años después, 28 propios, sigo con una asturianía perpetua pero de capa caída con bastantes menos esperanzas pero haciendo las mismas chuminadas, si no más -a sabiendas de que es buena terapia para los nervios el hacer trabajos manuales- y con tres frustraciones que voy a intentar superar algún día: pintar un cuadro, hacer unes madreñes -que no hice ya por falta de la herramienta adecuada y de las que un borrego en uno de estos mercaos tradicionales me dijo que "no era cosa de muyeres"- y encontrar trabajo. El orden de los factores me es plenamente irrelevante, pero lo haré.
Etiquetas: artesanía
7 Comments:
Madre mía, ya hay que ser perseverante para meterse a hacer un baúl así armada con un cutter. Te quedó impresionante, estoy deseando ver ese espejo con los trisqueles y la concha
¡ánimo!
!!!Bueno qué trabajo!!! éres una artista en toda regla, enhorabuena Hiro,he quedado impresionada realmente.Los dibujos preciosos, una curiosidad ¿cómo los pasas del dibujo a la madera con papel de calco? mucho trabajo pero merece la pena,y también saber, !!por supuesto!! besos
Gracias Laura, la verdad es que no se si perseverante o rata monetaria, que prefiero hacerlo yo a gastar muches perres. Lo del espejo, nada más que arregle la sierra de calar que con la última caja la rompí :-(
Cheche, gracias por lo de artista, aunque por lo de historiadora prefiero el título de "cuentista" ;-) El paso de los dibujos a la madera es a mano, pero tiene truco porque esos dibujos en el fondo son todos geométricos. Sólo tienes que dibujar una cuadrícula e ir siguiendo los pasos que se repiten. A ver si tengo un minuto y paso uno a escáner para que veas que es bastante sencillo ;-)
Has probado primero a dejar secar las tablas bastante tiempo en posición apropiada para que no se tuerzan.
Y después utilizar formones y gubias?
Mi padre talla, y es lo que siempre hace aunque él utiliza con preferencia la madera de caoba.
De todas formas te felicito por haberle dedicado un buen tiempo al baúl y lograr terminarlo.
Intenté dejar secar las tablas, el problema es que una vez que lo tengo en casa no me aguanto demasiado tiempo antes de meterle sierra :-(
Lo de los formones, también tengo, el problema es que la madera que uso -pino- es demasiado blanda para golpearla con esas herramientas y la economía no me permite usar maderas nobles. Aun así se consiguen cosas bastante guapas. Gracias por las felicitaciones: detrás de ese vinieron muuuuuchos más, y marcos, y espejos :-D
¡Impaciente!
Pues no sabía que todo eso se podía hacer. Podría ser como tú y ahora que tengo que decorar la casa y voy a tener tres meses decidirme a hacer una mesa y cosas así para evitar el bajón de la cartilla... xD
Oye, pues el baúl me encanta combado y todo... De verdad, que es genial. EL cartel del bar también está súper bien. Debe dar gusto ver algo tuyo ahí colgado.
Por cierto, ¿cómo haces para publicar en el blog de koko? xD No puedo y mira que he probado casi todas las posibilidades...
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