Arropada satisfacción
Vaya nervios cuando comenzó a llegar gente... Después del asunto de la charla del viernes -mi bautismo charlatán- sólo puedo decir dos cosas, bueno tres:
Una, que me temblaben les pates la de dios, casi tanto como la voz cuando empecé a hablar.
Dos, que nunca me sentí tan arropada por toda la gente que tenía alrededor, desde familiares a amigos pasando por profesores.
Y tres, los portátiles panorámicos recortan los extremos de la presentación en los cañones retroproyectores. Lo último es un aviso para navegantes proyectistas.
Simplemente ayer no salía de mi asombro cuando pienso que dí una turra de hora y media y que la gente no sólo no bostezaba si no que seguían atentamente mi exposición e incluso se emocionaban. Había dos señoras de unos 60 y tantos que me decían al acabar que todo aquello las había retrotraído de tal manera a aquella época que ellas vivieron que incluso se les saltaron las lágrimas. Increible.
Por lo visto soy la punta de lanza de un nuevo camino investigatorio: la historia social dentro de los historiadores del arte, y detrás de mi vienen gente nueva que investiga lo que inicié, llegando al punto de que -me contaron luego- había una mocina entre la asistencia ¡¡¡tomando apuntes!!! Si hasta hace dos días era yo esa mocina... Tenía el viernes de noche tal actividad cerebral que fui incapaz de dormir y nunca pensé que podría llegar a dar una charla como la que dí el otro día, en la que con un pequeño guión las palabras salían solas.
Sólo puedo decir que aun perdura la sensación de satisfacción y de agradecimiento hacia toda la gente que hizo esto posible y que me arropo de tal manera. No se me van a olvidar unas palabras que me dijo una asistente: "Tuviste un buen comienzo. No te pares." Aun así, eché de menos a quien propició todo esto. Era su lugar el haber estado allí. Espero que se recupere pronto.
Una, que me temblaben les pates la de dios, casi tanto como la voz cuando empecé a hablar.
Dos, que nunca me sentí tan arropada por toda la gente que tenía alrededor, desde familiares a amigos pasando por profesores.
Y tres, los portátiles panorámicos recortan los extremos de la presentación en los cañones retroproyectores. Lo último es un aviso para navegantes proyectistas.
Simplemente ayer no salía de mi asombro cuando pienso que dí una turra de hora y media y que la gente no sólo no bostezaba si no que seguían atentamente mi exposición e incluso se emocionaban. Había dos señoras de unos 60 y tantos que me decían al acabar que todo aquello las había retrotraído de tal manera a aquella época que ellas vivieron que incluso se les saltaron las lágrimas. Increible.
Por lo visto soy la punta de lanza de un nuevo camino investigatorio: la historia social dentro de los historiadores del arte, y detrás de mi vienen gente nueva que investiga lo que inicié, llegando al punto de que -me contaron luego- había una mocina entre la asistencia ¡¡¡tomando apuntes!!! Si hasta hace dos días era yo esa mocina... Tenía el viernes de noche tal actividad cerebral que fui incapaz de dormir y nunca pensé que podría llegar a dar una charla como la que dí el otro día, en la que con un pequeño guión las palabras salían solas.
Sólo puedo decir que aun perdura la sensación de satisfacción y de agradecimiento hacia toda la gente que hizo esto posible y que me arropo de tal manera. No se me van a olvidar unas palabras que me dijo una asistente: "Tuviste un buen comienzo. No te pares." Aun así, eché de menos a quien propició todo esto. Era su lugar el haber estado allí. Espero que se recupere pronto.
Etiquetas: retazos de mi vida
2 Comments:
!!Me alegro Hiro!! la seguridad en una misma es un alto porcentaje para el éxito, y no te conozco pero leyendo lo que escribes (inteligente y lista un rato) me es fácil creer el que la gente que te escuchó quedara contenta,sigue adelante. Besos
Cheche que me voy poner colorá y todo ;-)
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