Cuestión de respeto

Ayer se me pusieron los pelos de punta cuando vi el accidente de Kubica en la fórmula.
Parece ser que importa más el espectáculo y negocio que hay montado en torno a la Fórmula 1 como para preocuparse de las personas que corren en ella. Hace unos años cuando cierto asturiano conocido sufrió un golpe similar en Brasil, creo recordar que la carrera fue suspendida, cosa que debería de haberse hecho ayer si el espectáculo no hubiera alcanzado semejantes cotas de importancia, sobrepasando las enfocadas a las personas. Hoy todos los periódicos dicen que Alonso no tuvo suerte en la carrera de ayer. ¡Menos mal! Si la llega a tener igual revienta el coche o es él quien se hubiera dado semejante hostia.
Hoy toda la república bananera se despertó con la noticia de que un conocido individuo de la zona, muy activo en la comisión de festejos de las fiestas que están teniendo lugar este fin de semana y concluyen hoy, decidió anoche acabar con su propia vida.
Salvando el chiste fácil de muy mal tuvieron que salir las fiestas para que pasara esto -no es de recibo pero el recurrir al humor escatológico es algo que no puedo evitar- pienso con total sinceridad que se debería de haber decretado día de luto y anular el último día de fiestas. Pero está claro que a nadie le importa lo que le suceda a la persona y sí el hedonismo propio. A ver mañana que dicen los periódicos, aunque como la cuestión del asunto fue suicidio, a lo mejor no se dice nada y se recurre a postergar el suceso al limbo o como decía Bitelchus a ser funcionario en la otra vida...
Cuando todo está hecho para los demás, a nadie le importa lo que hagas después. Manda güevos, como diría el otro. La moral de la gente es muy triste y hoy te respeto porque por el interés te quiero Andrés y qué más, por lo que me das.