Consecuencias de la discriminación positiva

Si ya lo decía hace tiempo, que esto de la discriminación positiva no iba a traer nada bueno, y tal es el asunto que este gobierno nuestro, tan vacilón de tener el índice más alto de mujeres ministras, nos sorprende con una ministra de igualdad, que tan de igualdad es, que le da igual ocho que ochenta, usar una palabra u otra, y se declara felizmente como "miembra" y que junto con otras barrabasadas del lenguaje, eso tiene que ponerse en el diccionario corrupto de la lengua espaniola. Digo corrupto, porque ya que estamos, que más da corrupto que corrompido...

Empezó la tontería con el tema de los y las, porque el lo neutro no era lo suficientemente bueno al cantar a machulino, para algunas mentes avezadas -¿o era avanzadas?- que si de haberse generalizado siempre el uso de las como plural genérico, otro gallo cantaría, esta vez con timbre de fémina vengadora.

Soy mujer. Estoy del uso de los y las para las estupideces burocráticas y no tan burocráticas hasta las tetas -nótese el uso de la gónada femenina, que decir "huevos" hubiera parecido sexista-. Pero lo que más me molesta es que esta gente que está ahí representándonos, no deje de demostrar no tener dos dedos de frente cada vez que abren la boca. Sean rojos o coloraos, todos y todas son igual de garrulos o garrulas.

En fin. Si da para escribir un libro plagado de vulgarismos, coletillas y otros elementos degeneradores del hablar. Si lo único que nos falta es publicar el BOE con el lenguaje de los mensajes de móvil adolescente, con la excusa de que seguro que así lo entiende o lo leen...

Imagínese la comedia:

- ¿Pero está seguro que se le ha de amputar la miembra a este señor?

- Por supuesto, si la miembra no es amputada, correrá el riesgo de fallecer de la infección.

Y el hombre quedó convertido en Farinelli por un error de uso del género en una palabra. Porque el llamado miembro, en un arrebato de aproximación a la perfección del género femenino y mal llevado por las tendencias políticas del momento, pasó a denominarse miembra para no ser mal visto -o al menos mal llamado- por el bello sexo que debería de ser la bella sexa. La infección estaba en LA mano, miembra a amputar, que de haber sido llamada por el nombre acorde a las tendencias, sería el miembro lo mano.

Y de diarrea mental, en diarrea mental, iba la sociedad degenerando a la ritma de la palabra mal utilizada por la locura de la mente de la mujer ministra miembra de la ministeria.

Vaya sarta de chorradas... ¿Tan difícil le resulta a alguien decir un simple "me he confundido al hablar" que tiene que montarse una película? ¿O será más preocupante aun y es que realmente eso es lo que le pasa por la cabeza?

Tengo dudas, ¿cómo se dirá en idioma de ministra de igualdad? ¿Piratos del Caribe? ¡Ah! No, que había una mujer: Piratos y corsaria del Caribe...