martes, 5 de febrero de 2019

Z

Es curioso como el cuerpo o la mente de la persona se adapta a las circunstancias.

Llevo tantos años sufriendo dolores que prácticamente los asumo  como algo normal. Es algo como el Síndrome de Estocolmo: te levantas cada mañana, saludas a tu captor con un "buenos días, dolor" y llega hasta tal punto la relación que lo echas de menos si no está.

Simplemente llega un día en el que es normal tener que "desencajarse", ese hormigueo en las espinillas al caminar es normal porque te mueves poco, te duele la espalda porque el colchón es malo... y un montón de excusas para algo crónico y habitual.

De repente un día algo nuevo: hostia, que me duele un pie. Pero como si me hubieran metido un machetazo y me hubieran seccionado medio pie, tipo Kunta Kinte... Vas al médico y te mandan al traumatólogo que te dice que eso no es del pie, que es de más arriba.

Uy, aproximándonos a la zona intocable.

Porque claro, hay una zona donde no puedes tocar, al mínimo roce, duele.

Y te hace una radiografía.

Y resulta que eres una puta Z, o mejor dicho, la mujer maravilla, porque caminas de puto milagro.



La vida no deja de sorprender, o de joder. Así que adaptarse o morir.

Aunque sea en un 4x4 o como contorsionista, que no voy a tener precio.

Me pregunta diariamente mi madre,  que lleva toda la vida hecha un asco y que está bastante peor que yo, que si me duele.

Y eso que te sólo te dolía el pie. Grande.

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