Conflictos estúpidos
Este finde toca matu, o lo que es lo mismo: bodorrio. Ya tengo trapo, tengo el pelo colorao -sí, este verano "tengo pelo"-, no sé que zapatos poner con el pedazo de vestido y no sé cómo peinarme porque claro, tantos años rapando la cabeza que llega un momento en que no sabes qué hacer con la melena...
Se avecina un fin de semana perrero que empezó el domingo asustando con la manera en que llovía y el frío que empezó de repente. A partir de hoy lo dan bastante peor hasta el lunes, con lo cual, creo que llevaré katiuskas y gorro de lana, así no hay problemas de peinado ni zapatos.
Y a lo que iba. Presuntamente va a ser un evento multitudinario y me surge una pregunta que viendo que ya salió en un tema similar anterior seguro que es polémica: ¿por qué un supuesto evento íntimo se convierte en un momento propio de boda real donde la cifra de invitados ronda las x centenas? Es decir, ¿cómo se pueden apañar dos personas para casarse y que haya gente en su propio bodorrio que no sepan ni quienes son?
Esto nos lleva a los temas de las obligaciones sociales -desde mi punto de vista- autoimpuestas. Uno de los contrayentes considera que ha de invitar a alguien porque le hizo un favor muy grande. Yo me preguntaría eso de si después de hacerte el favor la cosa derivó en una amistad lo suficientemente grande como para querer tener realmente a esa persona contigo ese día... Si no, está claro, puedes intentar devolver el favor de otra manera y sin duda alguna no es obligatorio que lo metas en un pufo como es hoy día una boda o que te empufes tú invitando a gente que se encuentre en la misma situación.
Por otro lado están las obligaciones sociales exoimpuestas, por llamarlas de alguna manera, es decir, las que llegan de fuera. Dicen los padres de la novia que tienen que invitar al vecino porque lleva dando la coña con la boda de su hijo desde que se corrió el cotilleo de que se casaba, pero hace años que no tienen trato. ¿Qué hacemos? Se le da el detalle y puerta. Por las mismas, tus padres tienen el compromiso de invitar a tu boda a un montón de familias amigas por el simple y mero hecho de que estos últimos los invitaron a ellos a las bodas de sus respectivos vástagos. Mal hecho porque ahí comienza a montarse una de las multitudinarias.
Desde mi punto de vista, siempre, el hecho de dejar que otras personas añadan a tu lista, su lista de invitados, no es una cuestión a aceptar, por mucho que sean tus padres, porque por las mismas, tus abuelos deciden hacer lo mismo y tienes a medio geriátrico en el ajo. Por cierto, ¿quién se casa, tú o tus padres? Es como transmitir los compromisos sociales adquiridos erróneamente por los padres a los hijos. En el momento en que los otros progenitores deciden invitar a sus amigos a los actos nupciales de sus hijos, y estos acceden sin conocer de nada a los novios, comienza a gestarse el error de contraer una deuda inexistente. Si llega el momento en que estos deudores puedan devolver el presunto favor, a lo mejor se intenta derivar el compromiso a los contrayentes pese a ser cosa de los padres y que estos no lo acepten, aunque viendo como está el percal, lo más normal es que se sea tan idiota de tener en la propia boda a mil amigos de los padres y conocidas de plaza de las madres que no sabe la gente que se casa ni quienes son. Manda carayo.
¿No sería la solución más sencilla a estas chuminadas sociales que los padres de quien proceda, inviten a cuatro sidras a los compromisos y se dejen de empufar a los hijos con x docenas de cubiertos en el banquete y todo lo demás? Soy demasiado drástica muchas veces, pero por mi madre que si algún día llego a una de estas, seré yo quien realice la lista de invitados y no mis padres -ni los in law-, porque si esto llega a ser así, a tomar pol saco el asunto. Empiezas por ahí y terminas haciendo lo que le sale de la castaña a tu suegra y va a ser que no, que hay determinadas cosas donde el dicho ha de ser "si se juega con mi pelota, yo pongo las reglas" y no el "o jodem*s todos, o matamos a la p*ta".
Hay temas que me ponen de mala hostia, sobre todo cuando se refieren a dirigir las riendas de la vida ajena.
Se avecina un fin de semana perrero que empezó el domingo asustando con la manera en que llovía y el frío que empezó de repente. A partir de hoy lo dan bastante peor hasta el lunes, con lo cual, creo que llevaré katiuskas y gorro de lana, así no hay problemas de peinado ni zapatos.
Y a lo que iba. Presuntamente va a ser un evento multitudinario y me surge una pregunta que viendo que ya salió en un tema similar anterior seguro que es polémica: ¿por qué un supuesto evento íntimo se convierte en un momento propio de boda real donde la cifra de invitados ronda las x centenas? Es decir, ¿cómo se pueden apañar dos personas para casarse y que haya gente en su propio bodorrio que no sepan ni quienes son?
Esto nos lleva a los temas de las obligaciones sociales -desde mi punto de vista- autoimpuestas. Uno de los contrayentes considera que ha de invitar a alguien porque le hizo un favor muy grande. Yo me preguntaría eso de si después de hacerte el favor la cosa derivó en una amistad lo suficientemente grande como para querer tener realmente a esa persona contigo ese día... Si no, está claro, puedes intentar devolver el favor de otra manera y sin duda alguna no es obligatorio que lo metas en un pufo como es hoy día una boda o que te empufes tú invitando a gente que se encuentre en la misma situación.
Por otro lado están las obligaciones sociales exoimpuestas, por llamarlas de alguna manera, es decir, las que llegan de fuera. Dicen los padres de la novia que tienen que invitar al vecino porque lleva dando la coña con la boda de su hijo desde que se corrió el cotilleo de que se casaba, pero hace años que no tienen trato. ¿Qué hacemos? Se le da el detalle y puerta. Por las mismas, tus padres tienen el compromiso de invitar a tu boda a un montón de familias amigas por el simple y mero hecho de que estos últimos los invitaron a ellos a las bodas de sus respectivos vástagos. Mal hecho porque ahí comienza a montarse una de las multitudinarias.
Desde mi punto de vista, siempre, el hecho de dejar que otras personas añadan a tu lista, su lista de invitados, no es una cuestión a aceptar, por mucho que sean tus padres, porque por las mismas, tus abuelos deciden hacer lo mismo y tienes a medio geriátrico en el ajo. Por cierto, ¿quién se casa, tú o tus padres? Es como transmitir los compromisos sociales adquiridos erróneamente por los padres a los hijos. En el momento en que los otros progenitores deciden invitar a sus amigos a los actos nupciales de sus hijos, y estos acceden sin conocer de nada a los novios, comienza a gestarse el error de contraer una deuda inexistente. Si llega el momento en que estos deudores puedan devolver el presunto favor, a lo mejor se intenta derivar el compromiso a los contrayentes pese a ser cosa de los padres y que estos no lo acepten, aunque viendo como está el percal, lo más normal es que se sea tan idiota de tener en la propia boda a mil amigos de los padres y conocidas de plaza de las madres que no sabe la gente que se casa ni quienes son. Manda carayo.
¿No sería la solución más sencilla a estas chuminadas sociales que los padres de quien proceda, inviten a cuatro sidras a los compromisos y se dejen de empufar a los hijos con x docenas de cubiertos en el banquete y todo lo demás? Soy demasiado drástica muchas veces, pero por mi madre que si algún día llego a una de estas, seré yo quien realice la lista de invitados y no mis padres -ni los in law-, porque si esto llega a ser así, a tomar pol saco el asunto. Empiezas por ahí y terminas haciendo lo que le sale de la castaña a tu suegra y va a ser que no, que hay determinadas cosas donde el dicho ha de ser "si se juega con mi pelota, yo pongo las reglas" y no el "o jodem*s todos, o matamos a la p*ta".
Hay temas que me ponen de mala hostia, sobre todo cuando se refieren a dirigir las riendas de la vida ajena.
Etiquetas: crónica social, Diarreas mentales
4 Comments:
No creo que la cosa sea tan drastica, yo pienso que los padres tambien pueden incluir alguno de sus compromisos sociales ( siempre que no sea algo realmente muy intimo y familiar ) siempre que entre esos compromisos no exista alguien que realmente te repatee los higadillos
Yo opino que no me gustaría encontrarme en una supuesta celebración de un asunto mío con gente que conozco de nada. Simplemente. Además, siempre está ese que te come los nervios y que directamente "no quieres conocer". El tema para erradicar males de ese tipo es la drasticidad ante un caso de "demasiados compromisos sociales familiares".
En mi boda hubo 24 personas. Novios, padres de estos, hermanos de estos y lo que cuelga directamente (cónyuges e hijos de los hermanos). DOS excepciones: un tío por cada parte. Y no faltaba nadie.
Se puede hacer, y creo que no se queda mal con nadie.
Guti, ideal. Sólo faltan los amigos de los novios y pista.
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