lunes, 23 de julio de 2007

Fiesta de pueblo: no asistir en caso de no ser socio

No sé de dónde saldría la maravillosa idea pero es como para empalarlos, asarlos a la estaca empalatoria y celebrar una fiesta paralela, que no para-lelos, que esas ya están en curso.

Es bien de todos conocido que el concejo bananero se dividió de toda la vida en varios núcleos diferentes según la clase social de sus ocupantes. Qué cosas: esta diferenciación clasista apareció siglos ha, pero se mantiene y quien diga que no, miente. Los territorios desde hace años se dividen en una zona noble porque en ella se asentaban las casonas señoriales, ahora vestigios desesperados de una época en la que la propiedad de la tierra y los títulos nobiliarios decían quien mandaba. Como ahora, más o menos.
Luego estaba la zona proletaria, donde los acaudalados extranjeros generaron empresa y así surgió la población, dominada por trabajadores del metal y de la mina.
Y en último lugar estaba el distrito burgués, que ya se sabe como son estas cosas de las que hablan los refranes y que dicen que "no pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió". En base de un incipiente comercio se pudieron forjar fortunas y una clase nueva que pretendía con su dinero adquirir un estatus similar al que tenía una nobleza venida a menos y que pese a ser noble, no tenía donde caerse muerta y que aceptaba bien la venta de su sangre azul a cambio de lazos matrimoniales con jugosas dotes económicas. Pasó en todos los lugares.
Y de cuestiones de estatus va la cosa y de marcadas diferencias. Por ejemplo, dos son las fiestas grandes de la zona por estar la importancia de la república asentada en dos lugares principales y al resto que le den. Una celebración es San Pedro y otra Santiago, y ya parece que se nos reflejan las diferencias, una con un patrón que guarda las llaves del cielo y otra con un santo más terrenal e insignia de la reconquista, antiguo patrón de las españas y que en otros tiempos fue llamado Matamoros -que raro que no lo hayan rebautizado con algo menos ofensivo a estas alturas del asunto-.
La cuestión es que las primeras pasaron de durar más de una semana muy larga a cuatro días mientras que la segunda, de tan popular como es y se intenta alargar, va y la caga. Con todas las letras. ¿Cómo es posible esto? Bueno, dicen que hay una sociedad de festejos en crisis, que nadie pone el hombro a la hora de trabajar, pero las fiestas siguen ahí, con el apoyo de ese ente pretendídamente altruista que organiza las fiestas y un supuesto remanente económico -que se suele hacer aunque sea pequeño- de parte del cabildo.
La semana pasada me enteré de la celebración del pregón -sí, eso que se supone que se hace en lugares públicos para llamar e invitar a todos los vecinos y allegados a las fiestas de la zona- en un espacio municipal y con un cartel a la puerta que decía "acceso sólo para socios", porque claro, como son los que se lo curran, son los que han de asistir al asunto.
Y luego se quejan de que no haya más gente que arrime el hombro, aunque lo más cochambroso del asunto es que se aprovechen de fondos aportados por todos los que aquí vivimos y pagamos nuestros impuestos. No me extraña que se vayan a pique las fiestas porque entre ciertos bucaneros cobradores de picos por concierto o pinchadiscos y este tipo de cositas...

Luego me sorprendía de las fiestas del pueblo castellano dejado de la mano de todos, que recibía una dotación para un pincheo por parte del ayuntamiento para el día de la fiesta -única cosa que se daba al pueblo por cierto y muy de agradecer- y que el día del mencionado pincheo aumentaba la cantidad de sus habitantes de 40 vecinos a 240 con esos 200 extra llegados cual plaga de langosta a acabar con el pincheo que no dejaban ni los rastrojos chupados de palillo de las banderillas en vinagre... Yo lo llamaba la "España Profunda", pero por lo visto no es necesario perforar demasiado para encontrarla y basta con rallar un poco la superficie para que salga a relucir.

Si es que es para mear y no echar gota.

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