jueves, 23 de agosto de 2007

Odiados profesionalmente hablando

Siempre hubo y habrá profesionales odiados por la inmensa mayoría del resto del mundo laboral y ajeno, háblese de la cultura que se hable y de la sociedad que se escoja como muestra del ejemplo. Por ejemplo, unas de las profesiones más tenidas en asco por medio mundo durante media historia fueron las relacionadas con los animales, no ya directamente con su cuidado si no con su manufactura, por denominarlo de alguna manera: carniceros, curtidores y similares de las profesiones derivadas con casquería, cueros y demás elementos. El odio venía no sólo por motivos culturales -ser familia de un carnicero en China en cierta época bastante reciente era un síntoma de muerte social por muy nutrido que se estuviera respecto al resto de la ciudadanía- o ideológico-religiosos -tocar ciertos animales prohibidos o considerados sucios en religiones varias-, o simplemente por motivos derivados del propio trabajo: el hedor despedido por los lugares destinados a curtir y teñir las pieles hacía de ellos y de sus trabajadores que fueran rechazados por el resto de la sociedad.

Si hubiese que definir un oficio odiado en nuestro tiempo y en nuestra cultura -desconozco como funcionan en otras- estos serían los denominados profesionales de los -mal llamados- recursos humanos, que de humanos tienen bastante poco y más bien parecen seres gestados en laboratorios extraños o caídos de otros planetas. No sé si tendré algún lector englobado en ese sector, pero por si acaso y para no ofender a nadie, esto no es un ataque directo ya que todos tenemos que ganarnos el pan de alguna manera, aunque unos lo hagan más retorcídamente que otros y algunos no podamos ganárnoslo de ninguna manera por el momento: Se trata simplemente una reflexión personal que me hace preguntarme lo siguiente: si la gente de los denominados recursos humanos está en las empresas para ser el contacto directo entre la cúpula dirigente y los trabajadores de a pie, siendo ellos mismos unos de estos, ¿cómo se puede ser tan jodidamente retorcidos a la hora de incorporar a un trabajador, negociar sin negociar sus futuras condiciones laborales o simplemente entrevistarlo de cara a un puesto laboral? Porque hay que ser cabrones -o sicólogos- para proceder a preguntar ciertas cositas de las que hacéis gala cuando tenéis la oportunidad...
Yo no sé si será cosa de libro o por invención propia pero me gustaría ser yo quien hace las preguntas.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Lo cierto es que tienen muy mala baba. No sé porqué, se supone que tienen que dar también buena imagen porque si el que te entrevista es un capullo, te imaginas que el jefe ha de serlo más y más...

1 de septiembre de 2007, 16:46  
Blogger Hiroshige said...

Pues es lo que me pasa a mi: ves al RRHH y justo piensas "este debe se ir a comisión con lo que se ahorra en contratos..."

2 de septiembre de 2007, 21:40  

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