martes, 29 de enero de 2008

Morro, morro...

E morrió, que decía el chiste.

Toda la vida sufriendo dolor de pies por angüeñas en todas sus variedades, incluso producidas por las chanclas más cómodas del mundo, y catarros de los modos más diversos, pero como este año, nada. Una gripe difícil en navidades, una semana mejor y ahora, un catarro complicado.

Lo de los médicos es la hostia, sobre todo en lo que a diagnósticos se refiere. ¿O será el desconocimiento del paciente que le lleva a pensar que lo que le dice la persona del otro lado de la mesa no tiene pies ni cabeza?

Hace años había un señor que era como Jabba, el de Star Wars. Entrabas por la puerta y te miraba con aquellos ojos extraños o directamente ni te miraba y ya te estaba recetando. Fuera lo que fuera, un jarabe -siempre el mismo, el que oscureció los dientes de toda la población infantil que visitaba a este señor-. Hasta que la cosa se ponía jodida y banderilla al canto.

Después llegó otro más joven con una frase que marcó época: "tienes una cara que da dolor de cabeza". ¿Disculpe? Ah, que es el gesto y no la cara lo que da dolor de cabeza... Luego se explicó todo: los miopes tenemos cierta tendencia a entrecerrar los ojos para intentar ver mejor al limitar la entrada de luz en la retina, lo cual genera una presión excesiva en la cavidad craneal y esto deriva en dolores de cabeza. Y la cara que te queda con la primera frase. Se retiró al poco tiempo y ahora canta ópera...

Después llegó un señor médico de los que se merecen el título y la denominación de señor. Era amable, educado y lo más importante: trataba a las personas como personas y no como animales que iban al veterinario y que les deba igual lo que se les hiciera. Te explicaba las cosas. Te explicaba el por qué de las cosas y admitía que los médicos no son dios, motivo por el cual no lo pueden curar todo y hay veces que no saben cómo curar algo que ni siquiera saben lo que es y han de probar, empezando con lo más simple. Desgraciadamente, este señor se fue al surgirle una plaza más cercana de donde vive.

Luego llegó la persona que esta ahora e ir al médico a consultar, es como sacar una papeleta en una tómbola: puede acertar y tocarte el premio gordo a la primera o llegarte el premio gordo sin comerlo ni beberlo y sin siquiera sacar boleto.

Tras varias dermatitis extrañas con su cremitas correspondientes, llegó una visita al dermatólogo que derivó en tres más al alergólogo, que curiosamente me solucionó el problema del asma al cambiarme el tratamiento y repetirme una prueba por tercera vez pese a que les avisase de que "aquello no era lo que tocaba hacer porque lo ponía en el papel". Pues tenía razón, pero "es que el programa informático nuevo...".

Lo del catarro es lo de nunca acabar, así que cada vez que entras a ver a esta persona, el diálogo habitual es:

- Buenos días.

- Bueno díass.

- ¿Qué tenemos hoy?

- Lo de siempre, para variar.

- ¿Dermatitis?

- No, lo otro.

Te mira, a veces, otras no tanto, y se procede al primer paso: requemaos. No se quita. Vuelves. Paso dos: antinflamatorios. No se quita. Vuelves. Paso tres: antibióticos. Parece que se quita. Cuando este procedimiento se repite, ya optas por darle al requemao y la aspirina hasta que no puedes más y vas al médico para comprobar que te da una receta: antinflamatorios. Y si en una semana no se quita, vuelves.
Así que ayer volví después de una semana bien, otra con fiebre y otra con tos, para comprobar que nada había cambiado: antinflamatorios y "vuelves en una semana, aunque parece una mononucleosis. ¿Por qué no viniste primero?".

Mekawen todo, si es así de chungo lo que tengo, ¿cómo se me envía para casa con un sustituto de la aspirina? Pues no sé... No soy médica, pero la hipocondría me está matando.

De noche casi reviento de la tos, eso sí, no me dolía la faringe, me dolía todo.

Hoy volví pero por urgencias. Diagnóstico: "catarro complicado", o lo que es lo mismo "debiste de tratarlo antes y ahora la cosa está jodida". Así que antibióticos y sobres para escupir más, si se puede. Si no remite en cinco días, vuelves.

Lo peor de todo es que no podemos quejarnos, ya que aquí -dentro de lo que cabe- la sanidad es gratuita, y de la misma manera que hemos de ver las pifias, debemos de ver los milagros, ya que si no fuera por ellos, haría años que mi madre, en lugar de ser una mujer biónica, sería a motor y se desplazaría sobre ruedas.

A ver si no morro de esta.

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3 Comments:

Blogger Guti said...

Ayer mismo leí una página de ese genio llamado Quino y me la has recordado. Hay una madre preocupada con el hijo en la cama, y recibe toda alborozada la llegada de un ángel con bigote que llega volando, con alas y todo y con un maletín de médico. El ángel atiende al niño y tal, y le receta algo, y la madre muy contenta, porque el niño deja de llorar y mejora. Entonces el ángel saca una libreta para extenderle la cuenta, y las alas y el ropaje se van disolviendo y se ve al médico sin más y la madre con cara menos contenta. Esta le paga (ya no tiene alas ni nada, el tipo) y el médico se va. Y cuando sale por la puerta en la última viñeta, la madre lo despide con cara de odio, y el tipo lleva un traje de millonario, con puro y sombrero de copa.

Tá claro que el médico era siempre el mismo, pero la señora ve las cosas de manera distinta dependiendo de si tiene miedo de perder al hijo o no :-) Así somos...

30 de enero de 2008, 8:56  
Blogger Laurix said...

uf! Yo últimamente prefiero no hablar de los médicos. Digamos que toda mi confianza en ellos se ha ido perdiendo con el paso del tiempo...

30 de enero de 2008, 11:18  
Blogger Hiroshige said...

Guti, "así somos" son las palabras exactas :-)

Laurix, los casos con los médicos son como los puñetazos, siempre conoces a alguien con quien le fue muy bien y siempre a alguien con quien no dieron una. Pero hay cada uno...

31 de enero de 2008, 19:29  

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