jueves, 28 de agosto de 2008

Rebele aquí su rollo

Había un chiste muy malo que decía que entraba un paisano en una tienda y le comenzaba a contar al dependiente...

- Estoy al paro, mi mujer me pega, mi hijo cometió un desfalco inmobiliario en Marbella y lo pillaron, mi suegra es drogadicta, el perro no me saca de paseo...

Y le dice el dependiente...

- ¿Y a mi por qué me cuenta todo esto?

Y contesta el paisano...

- Hombre, pues al pasar por la calle vi en su escaparate un cartel que ponía "revele aquí su rollo" y ya que tenía tanto que contar....

Es muy malo, lo sé, y a estas alturas de la vida es casi imposible que ninguna -o casi- tienda revele rollos fotográficos, aunque alguna quedará.

Lo que no es tan malo es el hecho de tener que revelar el rollo a alguien y poder hacerlo. Nunca está de más tener un hombro al que llorar, pero, si además se puede contar con una oreja que te escuche, la cosa mejora con mucho, lo cual nos lleva a la segunda parte de esta historia extraña.

No sabe uno muy bien para lo que sirve. Cuando comenzó la época de la barbarie, justo cuando salí del centro de adoctrinamiento y llegó la "eso", descubrí un día por sorpresa cómo uno de mis consanguíneos me pasaba alegremente por el rostro un papel encabezado por el honroso título de "test de actitud". ¡Oh! ¡Qué americano! Pero el paso del tiempo demostró -o tal vez fue una casualidad del destino- que aquel papel de rimbombante nombre, había encauzado la vida laboral de aquel ser.

Mmmm, ¿será que aquello de nombre "eso" al menos funcionaba en lo que a la orientación laboral se refería? Pues no lo sé, pero sin lugar a dudas, ya de aquella sabía que en mi tienda había un cartel como el del chiste, y si me hubieran realizado un test de estos a lo mejor me había dado por la psicología, o algo similar -¿parapsicología?- y cobraba por lo que hago de vez en cuando sin cobrar...

Supongo que hay gente para todo: hay gente para hablar, para escribir, para bailar, para hacer edificios, para hacernos soñar despiertos, para hacernos dormir... Pero para escuchar, parece ser que no vale cualquiera, hay que nacer con el cartel puesto. Y yo lo tengo.

No es que me queje, sospecho que se asimila eso de que el mundo tiene que hablar de vez en cuando y necesita alguien que lo escuche y como no me da por hablar demasiado, pues... Así son las cosas y el miedo a la extravagancia supera al ansia de comunicación de muchos y medio mundo acaba contándote sus penas aunque no lo conozcas de nada. Como el rollo "bebedor de fondo-camarero de bar" pero sin copas de por medio.

Y es que cuando la cosa pasa de la típica señora con ganas de hablar en el asiento de al lado en el autobús, o en el ascensor, a ancianos que te se acercan en las paradas del bus o colas de supermercado o que, simplemente, te paran por la calle para contarte cosas que no tienen ningún sentido que te cuenten, debe de ser porque "la fuera en mi es poderosa" porque otra cosa, no me lo explico. Bueno..., sí..., tal vez tenga un cartel luminoso encima de la cabeza con una flecha apuntándome directamente que grita a los cuatro vientos:

"No huye cuando se le habla,
no se rebela:
revele aquí su rollo"
.

Supongo que seguiré estando ahí, con el "revele aquí su rollo" a perpetuidad y dejando que algunos descarguen sus penas en mi oído mientras me pregunto donde estará el oído que a mi me corresponde... y si será mejor ser psicólogo de cheslón... o de barra fija.

Aun estoy a tiempo ;-)

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2 Comments:

Blogger Laurix said...

A lo mejor la solución está en rebelarte, aunque sea por una vez... Digo, no sé si podrás (yo no sé decir que no), pero por intentarlo...

29 de agosto de 2008, 10:20  
Blogger Hiroshige said...

Hombre, yo decir "no" sí que sé, pero cuando se te acerca alguien que por las buenas comienza a hablarte... depende del día. Los hay que no tienes ganas de aguantar a nadie y los hay que ves algo en la otra persona que te hace echarle paciencia y escucharla aunque sólo sea un minuto. Es complicado.

29 de agosto de 2008, 15:28  

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