El movimiento se demuestra
Andando, dice la cosa.
Es un hecho que está de moda: ver la vida en rosa, que no de color de rosa.
Se ha de hablar sin ser sexista, se ha de trabajar en discriminación positiva para -curiosamente- dar las mismas oportunidades a mujeres que a hombres en la empresa, se ha de tener salarios equitativos, se ha de educar en la igualdad...
Gilipolleces. Puras y duras gilipolleces que se gritan a los cuatro vientos y que no pasan de ser meros ejercicios de esnobismo progre que se convierten en palabrería barata cuando se comprueba si se ha llevado a la práctica. Muchas veces son ideas estupendas -igualdad salarial, igualdad de oportunidades- que se quedan en agua de borrajas, muy cacareada pero agua de borrajas al fin y al cabo. Otras no dejan de ser un reformismo barato y petulante llevado a tales extremos que da asco.
Siempre escucho que el lenguaje es sexista y que su prueba es que los calificativos para todo lo bueno son relativos al sexo masculino y que los calificativos referentes a lo malo pertenecen al femenino. Pues no. He encontrado un adjetivo calificativo, o más bien un sustantivo que define algo como muy malo y cuyo origen se puede encontrar en lo masculino: "cojonada".
Una cojonada, en mi tierra, es algo mal hecho. Pero muy mal hecho, y encima a sabiendas de quien lo hace, lo cual agrava el componente de maldad implicado en la palabra.
Que yo sepa, al menos físicamente, las mujeres no tenemos cojones -aunque muchas tengan más que algún paisano-.
Pues eso, que hoy tenía ganas de disturbiar y lo he hecho.
Ahí queda eso. El que se pique, que se rasque, sea la castaña o el nabo, aunque suene sexista, sólo elude a verduritas y frutos :-P
Ups, se me acaba de venir otra a la mente: ¡Qué cojones...! Cuando algo resulta sorprendentemente desagradable.
¿Hay más de lo que se cuenta o sólo resaltamos lo que nos interesa que se resalte?
Es un hecho que está de moda: ver la vida en rosa, que no de color de rosa.
Se ha de hablar sin ser sexista, se ha de trabajar en discriminación positiva para -curiosamente- dar las mismas oportunidades a mujeres que a hombres en la empresa, se ha de tener salarios equitativos, se ha de educar en la igualdad...
Gilipolleces. Puras y duras gilipolleces que se gritan a los cuatro vientos y que no pasan de ser meros ejercicios de esnobismo progre que se convierten en palabrería barata cuando se comprueba si se ha llevado a la práctica. Muchas veces son ideas estupendas -igualdad salarial, igualdad de oportunidades- que se quedan en agua de borrajas, muy cacareada pero agua de borrajas al fin y al cabo. Otras no dejan de ser un reformismo barato y petulante llevado a tales extremos que da asco.
Siempre escucho que el lenguaje es sexista y que su prueba es que los calificativos para todo lo bueno son relativos al sexo masculino y que los calificativos referentes a lo malo pertenecen al femenino. Pues no. He encontrado un adjetivo calificativo, o más bien un sustantivo que define algo como muy malo y cuyo origen se puede encontrar en lo masculino: "cojonada".
Una cojonada, en mi tierra, es algo mal hecho. Pero muy mal hecho, y encima a sabiendas de quien lo hace, lo cual agrava el componente de maldad implicado en la palabra.
Que yo sepa, al menos físicamente, las mujeres no tenemos cojones -aunque muchas tengan más que algún paisano-.
Pues eso, que hoy tenía ganas de disturbiar y lo he hecho.
Ahí queda eso. El que se pique, que se rasque, sea la castaña o el nabo, aunque suene sexista, sólo elude a verduritas y frutos :-P
Ups, se me acaba de venir otra a la mente: ¡Qué cojones...! Cuando algo resulta sorprendentemente desagradable.
¿Hay más de lo que se cuenta o sólo resaltamos lo que nos interesa que se resalte?
Etiquetas: Diarreas mentales
2 Comments:
Cierto, cierto...
Pues sí. Recuerdo haber leído un artículo de Pérez Reverte sobre este tema, hace tiempo.
Publicar un comentario
<< Home