Yonkis

Vaya mal rollo. Toda la vida pensé que los yonkis son esos chicos sanotes que se agolpan a la sombra siempre en la misma esquina del parque compartiendo vaya usted a saber el qué, luciendo sonrisas putrefactas y de vez en cuando picándote a la puerta para pedirte dinero con un "no es para drogas ni ná" en la boca. Pues va a ser que no, que ser yonki no es ser drogodependiente o más bien no es ser dependiente de sustancias ilegales.

Por ejemplo y a groso modo: casi todos mis amigos son yonkis ya que si les quitas internet o el ordenador se mueren, es más, hasta sufren síndrome de abstinencia.

Mi padre también entra en el mismo lote de adictos al pc.

Mi madre es adicta a la máquina de coser y yo la comprendo: la usé dos semanas y no podía dejar de pensar en la pila de cosas que podía hacer con ella.
Conozco a más de un adicto al trabajo. Hay que joderse, de la parva de cosas a las que uno puede ser adicto esta debe de ser de las peores... Básicamente no sólo te hundes tú no pudiendo dejar de trabajar si no que arruinas a toda tu familia y a los amigos que te queden -porque están hartos de oírte hablar siempre de lo mismo-.

Conozco a miles de adictos al móvil. Desde que todos tenemos uno, salir de casa olvidándoselo en ella es la peor de las catástrofes. Hay adictos al chocolate. Al de fumar no, bueno sí, pero yo me refiero al otro, los hay al café, a la limpieza -oh, dios, lo de morir fregando tiene que ser muy jodido-, los hay adictos a otras personas, al dinero, a los coches... e incluso hay adictos a decir gilipolleces. Es abrir la boca y ¡zas! ahí va otra -estos están socialmente muy aceptados, sobre todo si alcanzan cierto grado de gracia, pero otros se mutan en políticos y no sé que será peor porque además la gente no es que se ría, es que se creen lo que les digan...

Hoy descubrí otra más de mis adicciones. De mano sabía que fui adicta al chocolate -lo he dejado más o menos desde que probé aquel helado de huevo kinder en navidad y casi me da algo de lo mal que sabía-, a pintar, a tejer, a coser, básicamente a toda cosa manual que sirva para reconvertir uno o varios objetos en algo diferente. Soy adicta al calor humano -como todos- y en cierto modo al pan recién hecho...

Pero lo de hoy, no tuvo nombre: soy adicta al azúcar. Por mi madre que llevo el régimen a rajatabla en lo que a pesos y comidas se refiere, pero la ansiedad pudo conmigo. Me acerqué a la nevera a coger una manzana para calmarla, pero... en la repisa de arriba había 3 restos de pasteles destrozados y resecos de la semana pasada que anoche "alguien" no quiso comerse.
Abrí el cajón, cogí la manzana... y un puñetero y reseco cacho de pastel. ¿Cómo lo sé? Porque me lo acabé comiendo.

No hay nada peor que darse a las adicciones y que el asunto esté adulterado: no sólo te sientes culpable por haber roto la abstinencia si no que también eres gilipollas por no haber pensado que de tanto tiempo aquello estaría incomible.

Y ahí está la manzana mordida, mirándome con cara de comprensión mientras escribo estas líneas de desconsuelo yonki.

En fin, que me pudo el azúcar. El resto de los pasteles están ya en el contenedor para no volver a liarla. Espero que no se le ocurra a nadie -¿eh, Cova?- volver con pastelitos... por lo menos hasta que no haya bajado 10 kilos :-P