Portugal 2008, parte III: de Quiaios a Esposende
La siguiente población importante que encontramos en el ascenso fue Figueira da Foz, urbe de nuevo "tipo salinas" con sus mega edificaciones de pisos a pie de costa, pero con ese regusto de edificios portugueses del siglo pasado amalgamados con las nuevas edificaciones. Figueira posee unas estupendas circunvalaciones. Una te lleva por todo el puerto deportivo paralelo al agua y otra rodea la ciudad desde el interior con un tramo de autopista, lo ideal para llegar a la zona de Buarcos sin problemas. Se te evita así entrar en la ciudad.
Figueira da Foz desde la carretera
Fuimos directos a lo que íbamos a ver: la playa de Buarcos, otra de las grandes olas portuguesas, pero la cosa ya estaba más calmada, aunque la bandera roja seguía ondeando.
En el camino de la costa, unas extensiones larguíiiisimas de arena jalonaban el camino a la playa: seguro que si no fuera por esos paseos de madera que te llevan directos sin pasar por la arena, se te quitarían las ganas de bañarte sin duda alguna.
El siguiente precioso paisaje que encontraríamos serían las vistas de la Playa de Quiaios, bastante solitaria por cierto, pero no carente de aperos de pesca.
El siguiente precioso paisaje que encontraríamos serían las vistas de la Playa de Quiaios, bastante solitaria por cierto, pero no carente de aperos de pesca.
Y de Quiaios a Praia de Mira, una carretera de mierda -hay que decirlo con todas sus letras porque anteriormente discurrimos por carreteras de adoquines pero en ninguna había agujeros lo suficientemente grandes como para que se te cayese el coche dentro como en esta zona-, eso sí entre dunas y eucaliptos, cosa rara ya que el árbol predominante era el pino. Se te hacía el camino de lo más prestoso: con aquel calor y aquella sombra hasta el ir a 20 por hora evitando baches resultaba casi agradable. En la imagen, el tramo estaba bastante decente, pero los había tremendamente destrozados.
Por el camino y entre la arboleda, pequeños caminos se apartan de la carretera cochambrosa para llevarnos a nuevas playas, Praia da Tocha y Praia de Mira, esta vez un poquito más habitadas, al menos la primera:
Antes de llegar a Praia de Mira, se discurre paralelo al mar hacia la izquierda y a una extensión enorme de agua por la derecha: La Lagoa da Barrinha, uno de los pocos sitios donde vi esas barcas de pedales con formas de animales que salen en las películas. Se hace raro ver patos gigantes de colores flotando en grandes manadas a la espera del pedaleador de turno...
A continuación de esta, Praia de Mira, que no es sólo playa, es un pueblo de tamaño aceptable, lleno de coches aparcados por todos los lugares y de hoteles y carteles de habitaciones "alugadas".
La siguiente playa visitada en el camino sería Praia da Vagueira, donde la tierra comienza a separarse para dar tamaño a una ría paralela al mar.
Y el punto de parada y bocata se encontraría en un sitio que no me salía en el mapa llamado Gafanha da Encarnaçáo, con unas preciosas vistas desde los muelles hacia el otro lado de la ría, a Costa Nova y unos bancos muy apañados para disfrutar del momento.
Morfeo en Gafanha
En este punto, el mar sube y baja a sus anchas por la tierra conformando mil y una rías que darán lugar a lenguas de tierra de escasa anchura sobre las que se erigen construcciones de fantasía escapadas de cuentos felices narrados bajo una sombrilla de puntillas y con traje de baño de aquellos de pata larga y rallas, al modo marinero, con largas tardes de baños de sol en lujosos balnearios.
Costa Nova, a lo lejos
El culmen de esta comunión de agua salada y tierra, Aveiro. Pero esa es otra historia que ha de ser contada en otro momento... Más que nada porque el sitio lo merece.
Subiendo de nuevo, el cansancio y la larguísima jornada de carretera nos llevaría a tomar rápidamente la carretera al norte, a Oporto, y la hora tardía nos haría enfocar directamente al destino del día para poder descansar antes de la extenuación total. Es que las vacaciones, acaban con uno. Ya sea por pasárselas tocándose los mismísimos o por querer ver tanto que no te de tiempo a ello.
En el camino sólo un lugar más antes de Oporto, Furadouro, y un lugar más después del mismo, Esposende. Bueno, después de Oporto por la costa van a ser dos, pero de Apulia hablaré también en otro momento.
Subiendo de nuevo, el cansancio y la larguísima jornada de carretera nos llevaría a tomar rápidamente la carretera al norte, a Oporto, y la hora tardía nos haría enfocar directamente al destino del día para poder descansar antes de la extenuación total. Es que las vacaciones, acaban con uno. Ya sea por pasárselas tocándose los mismísimos o por querer ver tanto que no te de tiempo a ello.
En el camino sólo un lugar más antes de Oporto, Furadouro, y un lugar más después del mismo, Esposende. Bueno, después de Oporto por la costa van a ser dos, pero de Apulia hablaré también en otro momento.
Playa de Furadouro
Furadouro es una población grande que olía a festivo, y no porque mi subconsciente me lo dijese, si no porque se veía en las numerosas calles cortadas y pletóricas de chiringuitos, puestos de mercadillo y chucherías y en las múltiples bandeloras y que poblaban farolas y calles.
Ya para terminar, sólo una más: Esposende, la playa donde se levantaban tres colosos de apartamentos -como de unos quince pisos- entre hoteles y urbanizaciones de chalés entremezclados con el bosque. Lo mejor de Esposende: los alrededores.
Me decepcionó un poco, la verdad, y sólo es de destacar en él, la presencia de uno más de esos bastiones costeros que salpican toda la costa portuguesa. Esperaba más. Sería el cansancio.
Me decepcionó un poco, la verdad, y sólo es de destacar en él, la presencia de uno más de esos bastiones costeros que salpican toda la costa portuguesa. Esperaba más. Sería el cansancio.
Con esta larga entrada, daremos por finalizado el recorrido costero y procederemos a las ciudades interesantes, o pueblos, que todo es posible.
Sin duda quedaron muchos sitios por el camino que merecerían una foto, una visita, una entrada propia, pero el tiempo es limitado y la experiencia del viajero, única, aunque con posibilidades de ser medianamente compartida ;-)
Habrá que volver para conocerlos.
Etiquetas: callejeando, fábula, mundo, postales, retazos de mi vida, turismo
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