Un paso más hacia atrás

El progreso parece una cosa obvia: todo por el devenir histórico avanza cíclicamente hacia consecuciones sociales y cambios presuntamente beneficiosos para el correcto desarrollo de una sociedad, o al menos así es como debería de ser.

De aquellos años oscuros alto medievales de un amplio grupo social sustentador de una minúscula clase dominante encarnada tanto en iglesia como en otro tipo de parásitos, se fue pasando a ciertos cambios, repitiéndose casi el mismo esquema en el siglo XIX y XX en el que volvemos a encontrar a un amplio grupo trabajador sustentador de un grupúsculos que hacían y deshacían a sus anchas.

De repente un día, llegó la democracia: qué grande eso de que entre todos se pudiese dirigir los caminos de la propia sociedad. O al menos eso pensábamos, porque en pleno siglo XXI volvemos a la época del caciquismo gracias a lo goloso de "poder poder", sea arrimándose al árbol que sea y aunque toda la vida -o al menos en periodos electorales- se haya dicho eso de "de este agua no beberé".

Vamos, que es muy bonito eso de que gracias a que uno de los grupos de la oposición, en sus ansias de gobierno y pese a estar haciendo el paripé de "ya no te quiero" desde las elecciones, se haya aprobado una ley que diga que los cargos y las consejerías puedan ocuparse y desocuparse, crearse y desaparecer, como mejor convenga al estrechador compulsivo de manos ante fotógrafo.

Será verdad, que esperar por el beneplácito de la Junta para manejar las consejerías sólo pasa(ba) en esta región y sería un atraso, pero donde ya había pocos chiringuitos y parásitos con sueldos astronómicos por tocarse los mismísimos a dos manos puestos a dedo, ahora... ¿qué pasará? ¿Surgirán más tras las lluvias como las setas?

No me cabe duda.

Será cuestión de principios. Perdidos, pero principios al fin y al cabo...

Carabina 30 30, Charro Avitia