Londres 2
Entre las otras cosas que se pueden ver en Londres cuando se viaja liviano de dinero está el Real Observatorio de Greenwich -si se pregunta por el sitio a alguien ha de recordarse que se pronuncia algo tal que "royal observtry o'grinich" porque puede que no se nos entienda...-.
Lo destacado de este sitio es que, al margen de ser el lugar de paso del Meridiano 0, es un parque impresionante dominado por una pequeña colina sobre la que se sitúa el observatorio, un museo de lo que podría llamarse la historia del telescopio y del tiempo donde se puede encontrar modelos de aparatos utilizados para la navegación y la observación de las estrellas de hace unos cuantos siglos, un planetario y una "cámara oscura" que me dejó bastante alucinada pues no dejaba de ser una pequeña garita con una mesa redonda blanca en su interior que, gracias a un juego de espejos y un pequeño agujerito, nos mostraba una especie de "tele" en tiempo real de los edificios de la entrada del parque. Realmente impresionante para ser tan poca cosa, pero tantas veces como escuché hablar de ello, al verlo...
Por otro lado, el parque, como todos, es una preciosidad que invita a tumbarse en la hierba y disfrutar del clima como lo hacía toda la gente que estaba allí cuando salíamos y hay una cosa curiosa: de noche un láser verde marca el meridiano a una distancia de unos 15 kilómetros hacia el muelle. Claramente de día no se ve.
Dos datos presuntamente necesarios para visitar este lugar: desde el centro de Londres se necesita coger un par de metros y dos trenes para llegar, pero como en todo en este lugar, no hay pérdida posible. La otra cosilla es que si se tiene un GPS a mano, el meridiano 0 no pasa por la línea donde todo el mundo se va a hacer la foto -había verdaderas colas cuando en la parte de abajo del observatorio hay otra línea secundaria bastante menos masificada-. El motivo: dice el propio personal del museo que pese a todos los estudios realizados en este lugar para marcar los rumbos a los marineros, cuando los americanos sacaron sus aparatitos, pusieron el 0 donde a ellos más a mano les gustaba, esto es unos 10-20 metros más al este, más o menos donde el mirador...
De paso que se viene hasta aquí y si no se tiene la desgracia de encontrárselo en reparaciones como nos pasó a nosotros, tenemos la reproducción del Cutty Sark a pie de río y por la villa hay un paseo interesante en lo que construcciones se refiere y a mercadillos ocultos en plazuelas. Es mejor tomarse el paseo hasta este lugar como un "medio día", si no un día entero.
Por el camino nos queda un paseo en tren por los llamados Dockers, antiguos muelles ahora reconvertidos en zona de hipermegalujo con edificios altísimos que rompen totalmente con la belleza de la construcción de la zona. Por aquí queda el famoso "Pepinillo", que no sé por qué me recordará a la Torre Agbar...
De aquí se puede pasar, ya que gracias al metro todo pilla de camino, por la Torre de Londres, pero nosotros obviamos el paseo porque nuestro fin de semana coincidió con la Maratón y precisamente por ese lugar era donde la gente seguía a los participantes, convirtiéndose el metro literalmente en una caja de sardinas de parada en parada. Una locura que nos llevó a huir hacia la parte centro y visitar Trafalgar Square y Picadilly Circus de camino a la National Gallery que pillamos cerrada y que es otro de esos sitios tan sumamente interesantes que se pueden visitar gratuitamente. Una pena tremenda para mi el no haber podido entrar, pero a las seis, todo cerrado. Habrá que volver ;-)
Respecto a las dos plazas mencionadas, Trafalgar estaba medio tapada por un concierto celebrado esos días pero no dejaba de ser una aglomeración de construcciones neoclásicas rodeando una plaza enorme cómo no, junto a otro parque y todo ello presidido por la estatua del Almirante Nelson.
Picadilly Circus... como que me esperaba otra cosa. Simplemente es un cruce de varias calles en uno de cuyos extremos si sitúa una estatua de Eros sobre un pedestal donde montones de gente se sentaban, digo yo que será punto de encuentro por las teles gigantescas que adornan las fachadas en esta zona y que hacen al visitante tener la sensación de estar en una secuencia de Blade Runner... En comparación con Greenwich esto es la multitud en todas sus dimensiones y mírese donde se mire.
En uno de las calles de esta plaza está el también famoso Trocadero. No entramos pero tiene aspecto de ser una especie de centro comercial mezclado con pubs. Dicen que hay mucha movida nocturna en este lugar porque es la zona de copas de moda...
Y cómo no, siguiendo por aquí hacia el norte llegamos a Chinatown y al Soho. Es curioso ver rickshaws -a pedales- por la calle en una ciudad europea, pero los hay. Lo de Chinatown salta a la vista en el momento en que se llega, cuando a ambos lados de las calles lo único que se ven es restaurantes orientales y tiendas de medicina tradicional, por llamarlas de alguna manera. Me quedé con ganas de entrar, quitarme los zapatos y preguntar si podían hacer algo por mis pobres pies destrozados de tanto paseo...
También en esta zona surgían por doquier teatros y cines, de los cuales este me llamó mucho la atención: me encantó la película, pero ver un musical en mi primer fin de semana en Londres, va a ser que no.
Por otro lado, el barrio del Soho, en el momento en que pasamos, daba la sensación de ser una zona de movida y no en balde lo llaman el Barrio del Vicio: nunca vi tal congregación de sex-shops y similares en tan poco espacio. Al margen de estas tiendas, había pubs por doquier y muy concurridos para ser las 7 de la tarde. Eso sí, me dio cierta sensación de estar en Chueca.
Cosas interesantes que se encuentran por el Soho... Una licorería digna de ser museo pues esto de la imagen es una pieza de coleccionista de las que sólo hay unas ¿10? Ojo al precio de la de 1926.
Y poco más hay que decir de Londres más que lo dicho y esta entrada para dos días.
Bueno sí: esa gastronomía tan perronera de la que todo el mundo habla. Digamos que si se desayuna a la inglesa, el resto del día se puede sobrevivir a base de sandwiches aunque siempre nos quedará el Starbucks -uno cada dos manzanas de edificios o así-, que café café, lo que se dice café... es un asco pero tiene galletas y pastelitos interesantes -¡¡¡dios esas galletas escocesas de chocolate y caramelo qué ricas estaban!!!-.
Creo que algunos de los famosos pubs dan de comer los fines de semana entre ciertas horas y algunos incluso de cenar. Lo mejor es llevar planeado el dónde están, si hay cocina y a que horas está abierta y para ello lo mejor es visitar esta página.
No hay demasiados platos y nos sale un poco más caro que comer por la calle pero está buena la comida. Suele salir por unas 30 libras dos platos con dos pintas, sin postres y bueno... alguien me dijo "steak es filete" y dije "me lo pido". Lo que no sabíamos era el significado de la palabra de al lado y en lugar de carne llegó pescado. Pero ciertamente estaba muy bueno.
No me suele dar por comer gambas con cuchillo y tenedor, pero a falta de servilletas en abundancia, buenos son cubiertos. Por cierto que el del "steak" pidio "lamb" y su cordero tenía una pinta estupenda.
Otro de los platos interesantes es el "fish and chips" que me cené dos veces: es una especie de pescado blanco -presunta panga pues nadie supo decir qué pescado era- rebozado muy crujiente y servido con patatas fritas y salsas. Aviso sobre las salsas: la mostaza inglesa es lo más parecido que nunca saboreé a chupar un tubo de escape. Una gran recomendación sería NO PROBARLA bajo ninguna circunstancia.
La otra sugerencia gastronómica que está de impresión son las "Baked Potatoes", patatas horneadas con bacon y queso fundido. Riquísimas.
Y hablando de pasteles, en aquel restaurante pequeñito de la esquina, dedicado a la fritanga, los sandwiches, los kebaps y las hamburguesas, que se llamaba algo tipo "Valencia", había unos pasteles de impresión: sólo recuerdo un hojaldre tan rico como el de este sitio, el que encontramos en aquella pastelería pequeñita en Sintra. Sólo hay que mirar la cara de gusto de Morfeo con el pastelito y el Macallan. No creo que se me olvide nunca :-)
Tres cosas más: no, la Guinness no sabe diferente aquí y allí. Será un condicionamiento del entorno, que presta más.
En los buzones de las casas aparecía este cartel:
Y Lanas: indiscutiblemente, si iba a Londres, tenía que comprar lanas. Y lo hice, es más, al pasar por el control de equipajes tras el "buena lana" que me dijo el poli, sólo le faltó decirme que él también tejía y cuáles eran sus patrones favoritos.
Pasé por I Knit. Estuve una hora mirándolo todo y babándome y acabé comprando unas cuantas madejas de Manos del Uruguay en tonos azules que ya se están transformando en jersey y otras cuantas en azul, dorado y rojo de Seriously Gorgeous en moahir y seda que da gusto tocarlo.
Por cierto que cuando pasé por la tienda estaban haciendo esto:
Me quedé con ganas de las agujas de tejer de bambú, pero no creo que fuera bueno de cara a pasarlas por el aeropuerto.
Sobra decir que cuando volvimos a casa todo parecía más vacío pero sobre todo más lento: estar 15 minutos esperando un autobús que tardó otros 15 en recorrer lo que el metro hacía un dos minutos escasos, fue una sensación muy triste. Casi tanto como comprobar la extraña diferencia que hubo entre un día cualquiera del fin de semana y el domingo de noche, cuando el público de calles y bares se había vuelto más londinense y menos extranjero, pero sobre todo menos bullicioso.
Y esto es todo de la crónica de dos días y medio en la Pérfida Albión de William Blake. Invita a volver :-)
Lo destacado de este sitio es que, al margen de ser el lugar de paso del Meridiano 0, es un parque impresionante dominado por una pequeña colina sobre la que se sitúa el observatorio, un museo de lo que podría llamarse la historia del telescopio y del tiempo donde se puede encontrar modelos de aparatos utilizados para la navegación y la observación de las estrellas de hace unos cuantos siglos, un planetario y una "cámara oscura" que me dejó bastante alucinada pues no dejaba de ser una pequeña garita con una mesa redonda blanca en su interior que, gracias a un juego de espejos y un pequeño agujerito, nos mostraba una especie de "tele" en tiempo real de los edificios de la entrada del parque. Realmente impresionante para ser tan poca cosa, pero tantas veces como escuché hablar de ello, al verlo...
Por otro lado, el parque, como todos, es una preciosidad que invita a tumbarse en la hierba y disfrutar del clima como lo hacía toda la gente que estaba allí cuando salíamos y hay una cosa curiosa: de noche un láser verde marca el meridiano a una distancia de unos 15 kilómetros hacia el muelle. Claramente de día no se ve.
Dos datos presuntamente necesarios para visitar este lugar: desde el centro de Londres se necesita coger un par de metros y dos trenes para llegar, pero como en todo en este lugar, no hay pérdida posible. La otra cosilla es que si se tiene un GPS a mano, el meridiano 0 no pasa por la línea donde todo el mundo se va a hacer la foto -había verdaderas colas cuando en la parte de abajo del observatorio hay otra línea secundaria bastante menos masificada-. El motivo: dice el propio personal del museo que pese a todos los estudios realizados en este lugar para marcar los rumbos a los marineros, cuando los americanos sacaron sus aparatitos, pusieron el 0 donde a ellos más a mano les gustaba, esto es unos 10-20 metros más al este, más o menos donde el mirador...
De paso que se viene hasta aquí y si no se tiene la desgracia de encontrárselo en reparaciones como nos pasó a nosotros, tenemos la reproducción del Cutty Sark a pie de río y por la villa hay un paseo interesante en lo que construcciones se refiere y a mercadillos ocultos en plazuelas. Es mejor tomarse el paseo hasta este lugar como un "medio día", si no un día entero.
Por el camino nos queda un paseo en tren por los llamados Dockers, antiguos muelles ahora reconvertidos en zona de hipermegalujo con edificios altísimos que rompen totalmente con la belleza de la construcción de la zona. Por aquí queda el famoso "Pepinillo", que no sé por qué me recordará a la Torre Agbar...
De aquí se puede pasar, ya que gracias al metro todo pilla de camino, por la Torre de Londres, pero nosotros obviamos el paseo porque nuestro fin de semana coincidió con la Maratón y precisamente por ese lugar era donde la gente seguía a los participantes, convirtiéndose el metro literalmente en una caja de sardinas de parada en parada. Una locura que nos llevó a huir hacia la parte centro y visitar Trafalgar Square y Picadilly Circus de camino a la National Gallery que pillamos cerrada y que es otro de esos sitios tan sumamente interesantes que se pueden visitar gratuitamente. Una pena tremenda para mi el no haber podido entrar, pero a las seis, todo cerrado. Habrá que volver ;-)
Respecto a las dos plazas mencionadas, Trafalgar estaba medio tapada por un concierto celebrado esos días pero no dejaba de ser una aglomeración de construcciones neoclásicas rodeando una plaza enorme cómo no, junto a otro parque y todo ello presidido por la estatua del Almirante Nelson.
Picadilly Circus... como que me esperaba otra cosa. Simplemente es un cruce de varias calles en uno de cuyos extremos si sitúa una estatua de Eros sobre un pedestal donde montones de gente se sentaban, digo yo que será punto de encuentro por las teles gigantescas que adornan las fachadas en esta zona y que hacen al visitante tener la sensación de estar en una secuencia de Blade Runner... En comparación con Greenwich esto es la multitud en todas sus dimensiones y mírese donde se mire.
En uno de las calles de esta plaza está el también famoso Trocadero. No entramos pero tiene aspecto de ser una especie de centro comercial mezclado con pubs. Dicen que hay mucha movida nocturna en este lugar porque es la zona de copas de moda...
Y cómo no, siguiendo por aquí hacia el norte llegamos a Chinatown y al Soho. Es curioso ver rickshaws -a pedales- por la calle en una ciudad europea, pero los hay. Lo de Chinatown salta a la vista en el momento en que se llega, cuando a ambos lados de las calles lo único que se ven es restaurantes orientales y tiendas de medicina tradicional, por llamarlas de alguna manera. Me quedé con ganas de entrar, quitarme los zapatos y preguntar si podían hacer algo por mis pobres pies destrozados de tanto paseo...
También en esta zona surgían por doquier teatros y cines, de los cuales este me llamó mucho la atención: me encantó la película, pero ver un musical en mi primer fin de semana en Londres, va a ser que no.
Por otro lado, el barrio del Soho, en el momento en que pasamos, daba la sensación de ser una zona de movida y no en balde lo llaman el Barrio del Vicio: nunca vi tal congregación de sex-shops y similares en tan poco espacio. Al margen de estas tiendas, había pubs por doquier y muy concurridos para ser las 7 de la tarde. Eso sí, me dio cierta sensación de estar en Chueca.
Cosas interesantes que se encuentran por el Soho... Una licorería digna de ser museo pues esto de la imagen es una pieza de coleccionista de las que sólo hay unas ¿10? Ojo al precio de la de 1926.
Y poco más hay que decir de Londres más que lo dicho y esta entrada para dos días.
Bueno sí: esa gastronomía tan perronera de la que todo el mundo habla. Digamos que si se desayuna a la inglesa, el resto del día se puede sobrevivir a base de sandwiches aunque siempre nos quedará el Starbucks -uno cada dos manzanas de edificios o así-, que café café, lo que se dice café... es un asco pero tiene galletas y pastelitos interesantes -¡¡¡dios esas galletas escocesas de chocolate y caramelo qué ricas estaban!!!-.
Creo que algunos de los famosos pubs dan de comer los fines de semana entre ciertas horas y algunos incluso de cenar. Lo mejor es llevar planeado el dónde están, si hay cocina y a que horas está abierta y para ello lo mejor es visitar esta página.
No hay demasiados platos y nos sale un poco más caro que comer por la calle pero está buena la comida. Suele salir por unas 30 libras dos platos con dos pintas, sin postres y bueno... alguien me dijo "steak es filete" y dije "me lo pido". Lo que no sabíamos era el significado de la palabra de al lado y en lugar de carne llegó pescado. Pero ciertamente estaba muy bueno.
No me suele dar por comer gambas con cuchillo y tenedor, pero a falta de servilletas en abundancia, buenos son cubiertos. Por cierto que el del "steak" pidio "lamb" y su cordero tenía una pinta estupenda.
Otro de los platos interesantes es el "fish and chips" que me cené dos veces: es una especie de pescado blanco -presunta panga pues nadie supo decir qué pescado era- rebozado muy crujiente y servido con patatas fritas y salsas. Aviso sobre las salsas: la mostaza inglesa es lo más parecido que nunca saboreé a chupar un tubo de escape. Una gran recomendación sería NO PROBARLA bajo ninguna circunstancia.
La otra sugerencia gastronómica que está de impresión son las "Baked Potatoes", patatas horneadas con bacon y queso fundido. Riquísimas.
Y hablando de pasteles, en aquel restaurante pequeñito de la esquina, dedicado a la fritanga, los sandwiches, los kebaps y las hamburguesas, que se llamaba algo tipo "Valencia", había unos pasteles de impresión: sólo recuerdo un hojaldre tan rico como el de este sitio, el que encontramos en aquella pastelería pequeñita en Sintra. Sólo hay que mirar la cara de gusto de Morfeo con el pastelito y el Macallan. No creo que se me olvide nunca :-)
Tres cosas más: no, la Guinness no sabe diferente aquí y allí. Será un condicionamiento del entorno, que presta más.
En los buzones de las casas aparecía este cartel:
Y Lanas: indiscutiblemente, si iba a Londres, tenía que comprar lanas. Y lo hice, es más, al pasar por el control de equipajes tras el "buena lana" que me dijo el poli, sólo le faltó decirme que él también tejía y cuáles eran sus patrones favoritos.
Pasé por I Knit. Estuve una hora mirándolo todo y babándome y acabé comprando unas cuantas madejas de Manos del Uruguay en tonos azules que ya se están transformando en jersey y otras cuantas en azul, dorado y rojo de Seriously Gorgeous en moahir y seda que da gusto tocarlo.
Por cierto que cuando pasé por la tienda estaban haciendo esto:
Me quedé con ganas de las agujas de tejer de bambú, pero no creo que fuera bueno de cara a pasarlas por el aeropuerto.
Sobra decir que cuando volvimos a casa todo parecía más vacío pero sobre todo más lento: estar 15 minutos esperando un autobús que tardó otros 15 en recorrer lo que el metro hacía un dos minutos escasos, fue una sensación muy triste. Casi tanto como comprobar la extraña diferencia que hubo entre un día cualquiera del fin de semana y el domingo de noche, cuando el público de calles y bares se había vuelto más londinense y menos extranjero, pero sobre todo menos bullicioso.
Y esto es todo de la crónica de dos días y medio en la Pérfida Albión de William Blake. Invita a volver :-)
Etiquetas: artes culinarias, callejeando, curiosidades, gastronomía, mundo, postales, turismo
3 Comments:
Yo diría que lo menos comprensible de Londres para mí es eso de los horarios. Es decir, entiendo sus horarios, pero que sitios como esos museos (que son para turistas que vienen por miles y que tienen que aprovechar el día) chapen todo a las cinco y las seis de la tarde... Así es que me culturizo yo tan poco cuando viajo.
Y respecto a la maratón y las aglomeraciones, nosotros cuando fuimos nos encontramos sin saberlo con que... era el carnaval de Notting Hill :-) y nos enteramos al subir al metro en esa dirección. Te puedes suponer por qué: estaba hasta los topes de chavalería (mayoritariamente negros vestidos de blanco) con ganas de juerga. Procuramos no andar por Notting Hill esa noche, porque una cosa es el ambientillo y otra la movida mastodóntica que debió de haber allí.
Pero bueno, no se puede negar que te cundió el viaje, ¿eh? :-)
La verdad es que es incomprensible lo de los horarios. Yo lo del a movida cuando vas a conocer un sitio... como que no me llama, más que nada porque normalmente al día siguiente "hay que" recuperar sobando, no metiéndote un madrugón tremendo para seguir turisteando. Me cundió muchísimo el viaje: no hay nada como organizarse antes de salir de casa :-D
Oye Hiro, dime una cosa. Llevabas labor de punto en el equipaje de mano?
Publicar un comentario
<< Home