Iconografía del Cambio
Una iconografía es la manera de representar una imagen que contiene un sentido alegórico o simbólico. Las iconografías existieron siempre y siempre existirán, extrayéndose de libros de referencia de determinadas épocas (La Metamorfosis de Ovidio puede sernos útil para ver de donde se extraen iconografías clásicas, al igual que otros muchos escritos de la época). Las iconografía cambian con el tiempo y una que ha variado de su forma original hasta la que conocemos en nuestros días es la de la sirena que antes contaba, que pasó -manteniéndose como una quimera- de ser una mezcla de pájaro y mujer, a ser una mezcla de doncella y pez con un comportamiento un pelín diferente de unas épocas a otras.
Están las iconografías paganas y están las religiosas, que sitúan cosas como que una adoración de los pastores ha de constar de las figuras de una mujer joven, un viejo, un niño, una vaca y un asno y, lógicamente, pastores. Para ver los orígenes de esta al igual que muchas otras similares, hay que recurrir a veces a libros no aceptados, como son los llamados Evangelios Apócrifos.
Pero ¿qué hay de las cosas abstractas como pueden ser el tiempo o la vanidad? Para eso también hay iconografías: sin ir más lejos, si nos fijamos en los cementerios, hay relojes con alas, símbolo de la rapidez del paso del tiempo. La vanidad no es otra cosa que un espejo o una calavera al pie de uno de estos...
Pero una representcaión que no encuentro -seguro que la busqué poco- es la alegoría del cambio, tema que me trae últimamente por la calle de la amargura dado el pánico que le tengo al hecho del cambio propiamente dicho. ¿Cómo se puede generar una iconografía para algo cuya representación se desconoce? Conociendo un poco de las iconografías tradicionales y con un pelín de imaginación.
Por ejemplo, vamos a coger a Perséfone, también conocida como Proserpina y que es una de las iconografías-seres mitológicos clásicos que más me gustan. Ella es desde mi punto de vista el símbolo del cambio por antonomasia. Hija de Deméter, fue raptada por el Señor de los Infiernos para tomarla como esposa, pero su madre la buscó con ahinco hasta que la encontró y la sacó del infierno. Lamentablemente Perséfone había probado una granada en el Hades y el motivo de haber comido algo allí la ligo durante la mitad de su vida al destierro subterráneo -recordad la famosa escena de El Laberinto del Fauno cuando la niña baja a la estancia del Hombre Flaco y las fuentes de comida ya que es el mismo caso-, mientras que la otra mitad, la pasaría en la superficie con su madre. Por ello, la historia de esta mujer y su madre es una alegoría de las estaciones del año: Deméter, diosa de la agricultura, genera el otoño cuando busca a Perséfone en el Infierno y regresa a la tierra con la primavera, cumplido el medio año de ésta en el infierno.
Por otro lado, el simple cambio de estaciones ya es propiamente dicho una alegoría del cambio, ya que sin él, no hay ciclo reproductor.
Luego tenemos a Jano, el dios de las dos caras, cuya imagen se colocaba en las puertas para proteger de malos asuntos venideros y que también lo podemos representar como una puerta de doble tránsito.
Y con todo esto se puede hacer un batiburrio tal que generemos una iconografía del cambio a la que hay que añadir el lagarto como representación de lo que acecha o la oscuridad -Hades, de nuevo el dios de los infiernos derrotado por el Apolo Sauróctono o lo que es lo mismo: el sol naciente que acaba con las tinieblas-.
Con todo esto y para hacerlo un pelín más movido colocamos a una mujer vestida de verde -esperanza- que con tristeza sostiene una granada, símbolo de sus errores pasados, y unas espigas de trigo -mekawen las espigas-, representación de los frutos venideros por recoger. Tras ella, una puerta doble presenta un paisaje nevado, el invierno, y un campo amarillo, el verano. Ante estos dos paisajes y contradiciendo a la estación representada aparecen dos árboles: un granado en verano dando sus frutos y un melocotonero floreciendo en pleno invierno, ambos como la representación del ciclo continuo de renovación.
Por último y rematando la escena surgen tres elementos: el lagarto negro -el esposo y las tinieblas al acecho-, un reloj alado -símbolo del raudo paso del tiempo- y una flor caída a los pies de la dama -la fugacidad de la belleza o los proyectos no concluidos ya que la flor no está mustia si no que aun se encuentra en buen estado pero cortada-.
Para los aficionados al Código Da Vinci: desde las copas de los árboles a la flor de los pies se genera compositivamente un triángulo invertido, que además de un símbolo de la femineidad, teniendo en cuenta la temática general, podría representar los cambiantes estados de ánimo femeninos.
Y con esto y un bizcocho, háganse sus propias ideas respecto al asunto, que en mi casa ya me toman por ida al colocar árboles sobre baldosas y paisajes diferentes en lo que se supone la misma ventana: es puro simbolismo. Juzguen por si mismos:
El proceso de "entafarramiento" es el habitual de marcar unos trazos generales a lápiz, generar las primeras manchas de color y posteriormente proceder a los detalles, pero varias cosas a tener en cuenta: si se va a hacer una perspectiva hay que trazarla primero -te embadurnas muchsísimo si intentas trazarla sobre lo pintado y queda todo hecho un asco- y la piel se ha de hacer de una sola tirada porque conseguir el mismo tono dos veces es difícil de coj*nes.
Están las iconografías paganas y están las religiosas, que sitúan cosas como que una adoración de los pastores ha de constar de las figuras de una mujer joven, un viejo, un niño, una vaca y un asno y, lógicamente, pastores. Para ver los orígenes de esta al igual que muchas otras similares, hay que recurrir a veces a libros no aceptados, como son los llamados Evangelios Apócrifos.
Pero ¿qué hay de las cosas abstractas como pueden ser el tiempo o la vanidad? Para eso también hay iconografías: sin ir más lejos, si nos fijamos en los cementerios, hay relojes con alas, símbolo de la rapidez del paso del tiempo. La vanidad no es otra cosa que un espejo o una calavera al pie de uno de estos...
Pero una representcaión que no encuentro -seguro que la busqué poco- es la alegoría del cambio, tema que me trae últimamente por la calle de la amargura dado el pánico que le tengo al hecho del cambio propiamente dicho. ¿Cómo se puede generar una iconografía para algo cuya representación se desconoce? Conociendo un poco de las iconografías tradicionales y con un pelín de imaginación.
Por ejemplo, vamos a coger a Perséfone, también conocida como Proserpina y que es una de las iconografías-seres mitológicos clásicos que más me gustan. Ella es desde mi punto de vista el símbolo del cambio por antonomasia. Hija de Deméter, fue raptada por el Señor de los Infiernos para tomarla como esposa, pero su madre la buscó con ahinco hasta que la encontró y la sacó del infierno. Lamentablemente Perséfone había probado una granada en el Hades y el motivo de haber comido algo allí la ligo durante la mitad de su vida al destierro subterráneo -recordad la famosa escena de El Laberinto del Fauno cuando la niña baja a la estancia del Hombre Flaco y las fuentes de comida ya que es el mismo caso-, mientras que la otra mitad, la pasaría en la superficie con su madre. Por ello, la historia de esta mujer y su madre es una alegoría de las estaciones del año: Deméter, diosa de la agricultura, genera el otoño cuando busca a Perséfone en el Infierno y regresa a la tierra con la primavera, cumplido el medio año de ésta en el infierno.
Por otro lado, el simple cambio de estaciones ya es propiamente dicho una alegoría del cambio, ya que sin él, no hay ciclo reproductor.
Luego tenemos a Jano, el dios de las dos caras, cuya imagen se colocaba en las puertas para proteger de malos asuntos venideros y que también lo podemos representar como una puerta de doble tránsito.
Y con todo esto se puede hacer un batiburrio tal que generemos una iconografía del cambio a la que hay que añadir el lagarto como representación de lo que acecha o la oscuridad -Hades, de nuevo el dios de los infiernos derrotado por el Apolo Sauróctono o lo que es lo mismo: el sol naciente que acaba con las tinieblas-.
Con todo esto y para hacerlo un pelín más movido colocamos a una mujer vestida de verde -esperanza- que con tristeza sostiene una granada, símbolo de sus errores pasados, y unas espigas de trigo -mekawen las espigas-, representación de los frutos venideros por recoger. Tras ella, una puerta doble presenta un paisaje nevado, el invierno, y un campo amarillo, el verano. Ante estos dos paisajes y contradiciendo a la estación representada aparecen dos árboles: un granado en verano dando sus frutos y un melocotonero floreciendo en pleno invierno, ambos como la representación del ciclo continuo de renovación.
Por último y rematando la escena surgen tres elementos: el lagarto negro -el esposo y las tinieblas al acecho-, un reloj alado -símbolo del raudo paso del tiempo- y una flor caída a los pies de la dama -la fugacidad de la belleza o los proyectos no concluidos ya que la flor no está mustia si no que aun se encuentra en buen estado pero cortada-.
Para los aficionados al Código Da Vinci: desde las copas de los árboles a la flor de los pies se genera compositivamente un triángulo invertido, que además de un símbolo de la femineidad, teniendo en cuenta la temática general, podría representar los cambiantes estados de ánimo femeninos.
Y con esto y un bizcocho, háganse sus propias ideas respecto al asunto, que en mi casa ya me toman por ida al colocar árboles sobre baldosas y paisajes diferentes en lo que se supone la misma ventana: es puro simbolismo. Juzguen por si mismos:
Alegoría del Cambio o la Extraña Pareja
El proceso de "entafarramiento" es el habitual de marcar unos trazos generales a lápiz, generar las primeras manchas de color y posteriormente proceder a los detalles, pero varias cosas a tener en cuenta: si se va a hacer una perspectiva hay que trazarla primero -te embadurnas muchsísimo si intentas trazarla sobre lo pintado y queda todo hecho un asco- y la piel se ha de hacer de una sola tirada porque conseguir el mismo tono dos veces es difícil de coj*nes.
Mil veces me pregunté si las interpretaciones de los críticos o supuestos entendidos sobre los cuadros eran una diarrea mental del interesado ya que el autor casi nunca dejó constancia de lo que hacía, por qué lo hacía o qué representaba para él.
Acepto interpretaciones que podemos reírnos un buen rato ;-)
Soy una cuentista, no una historiadora: lo sé.
Acepto interpretaciones que podemos reírnos un buen rato ;-)
Soy una cuentista, no una historiadora: lo sé.
Etiquetas: apaños, arte, Diarreas mentales, exorcismos
6 Comments:
!!!Bravo,bravo,bravo,!!Para empezar la mañana, nada mejor que pasar por el blog de Hiro para culturizarse un poco, que nunca, (en mi caso, jamás esta de sobra)como me ha gustado el relato de las Iconorafías.
( Bueno había leído,(Cheche desconoce muchas cosas pero le gusta leer todo lo que puede)sin peloteo, nunca lo hago,qué bien lo explicas,pero quiero mas sobre mitología, iconografías o lo que quieras escribir! pero quiero más! Ahora vamos a la interpretación del cuadro pintado por la experta historiadora, ejem, ejem: Primero pintas muy bien,(ya sabes que me guardé la pintura de los girasoles y cuando tenga las manos "arregladas" espero pintarlo) te veo a tí, Hiro, vestida de verde esperanza,con el fruto de tu trabajo en las manos(acaso no es trabajo plantar los árboles en las baldosas(por cierto que bien te han quedado, con lo difícil que es, por lo menos para mí)eso demuestra que tu cabezonería en seguir intentando conseguir los objetivos propuestos saldrá, confía, lo que menos me gusta es que Hiro tiene la mirada baja, tanías que haber pintado unos hermosos ojos, vamos los tuyos y bien altiva la barbilla. Hala guaja, intenta sacar algo de este comentario, ja,ja, besos sé feliz lo deséo de corazón para ti !!TALENTOSA!!
Sobre la iconografía del cambio, he encontrado este enlace, que tal vez te interese:
http://www.lgpt.net/friends/bel/spanish/El%20Reino%20Humano.pdf
Cheche, sólo saqué dos sobresalientes en toda la carrera, pero uno era el de iconografía. Me encantan los cuentos y las historias mitológicas, no lo puedo evitar.
Si te digo la verdad, cuanto más miro lo que pinto, más ilustración de cuento me parece -debe ser influencia de los muchos que leí de pequeña.
Lo de la cabezonería, le diste de pleno x-D y sobre el suelo, a ver si encuentro un hueco para meter un tutorial de hacer perspectivas, junto con ese de dibujo de entrelazos celtas que te prometí hace tiempo ;-)
Alfayate, interesante. Una forma de ver las cosas en cierto modo similar pero con unas tendencias diferentes en lo que a los objetivos de la vida se refieren. No tengo mucho conocimiento de las culturas orientales -desgraciadamente no se tocó en la carrera y no le dediqué demasiado tiempo a sus filosofías-. Peor en el fondo, sospecho que es posible realizan una comparación entre los mitos de las culturas occidentales y esta que me muestras que seguro dará pie a coincidencias. Interesante artículo. Gracias :-)
Curioso. Justo ahora estoy leyendo a Ovidio (metamorfosis).
Siendo sincero e ignorante pero apasionado en el tema solo podria interpretar lo evidente. Me alegra que sigas pintando. Eres tu la del cuadro?
Jack grcias, yo también me alegro de seguir haciendo garabatos, pero aun no me da por los autorretratos x-D Aunque la situación sí que es un pelín parecida a mi momento actual ;-)
La Metamorfosis es muy interesante: toda una recopilación y un alarde de imaginación para enganchar un mito a otro mediante un cambio :-D
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