Sucedáneos
Siempre hay dos maneras de ver, vivir o pasar por las diferentes situaciones que pueblan la existencia humana: una posición pasiva en la que el individuo simplemente contempla y una vía activa en la que el individuo interactúa para ser dueño de sus propios actos dentro de un determinado contexto y ante ciertas medidas de posibilidad de actuación.
La segunda opción es la que hace crecer al individuo, lo convierte en dueño de sí mismo e incluso, en determinados elementos, lo conforma como una persona. La primera, básicamente convierte a la persona en un ser inanimado a la espera de nada, relegando sus experiencias vitales a un mero sucedáneo de lo que podrían ser.
La vida entera está llena de ellos, de esas incómodas barritas de pescado o "surimis existenciales", por llamarlos de alguna manera que no resulte tan vacía como la propia palabra "sucedáneo" es en sí misma. Los peores "surimis" de ese tipo son los que se viven en lugar de la verdadera vida.
Es como quien va de vacaciones y visita los lugares pero no los ve realmente porque se encuentra oculto tras el objetivo de una cámara: las vacaciones son reales, pero los recuerdos no dejarán de ser meros sucedáneos de lo que podían haber sido y que se verán como el soporte plano de una fotografía que será la propia fotografía por este individuo tomada.
Es como quien pretende que sus hijos vivan lo que ellos no pudieron vivir, pretendiendo que el discurrir de estos y sus experiencias sean sucedáneos de las que ellos no podrán realizar nunca.
Es como quien se alegra y habla de los trabajos de los demás cuando no tiene uno propio: un mero sucedáneo de lo que podría ser pero no es.
Hoy tengo motivos para alegrarme profundamente por alguien cuya situación se asimiló a la mía hasta ahora, pero por otro lado sería hipócrita decir, o ni siquiera pensar, que todo es alegría: incurriría en lo que se podría nombrar como "mentira por surimi".
Me alegro profundamente por el Benditu, pero mi alegría no será plenamente experimentada hasta que lo viva en carne propia.
Sospecho que sólo él sabrá cómo es este sentimiento, no como un sucedáneo, si no realmente por haberlo experimentado en sí mismo.
Ya se sabe que el tema laboral me amarga profundamente, pero siempre me queda un huequín de alegría -aunque sea pequeño- sobre el tema para felicitar a alguien por su nuevo trabajo, así que enhorabuena machote, que te lo mereces ;-)
La segunda opción es la que hace crecer al individuo, lo convierte en dueño de sí mismo e incluso, en determinados elementos, lo conforma como una persona. La primera, básicamente convierte a la persona en un ser inanimado a la espera de nada, relegando sus experiencias vitales a un mero sucedáneo de lo que podrían ser.
La vida entera está llena de ellos, de esas incómodas barritas de pescado o "surimis existenciales", por llamarlos de alguna manera que no resulte tan vacía como la propia palabra "sucedáneo" es en sí misma. Los peores "surimis" de ese tipo son los que se viven en lugar de la verdadera vida.
Es como quien va de vacaciones y visita los lugares pero no los ve realmente porque se encuentra oculto tras el objetivo de una cámara: las vacaciones son reales, pero los recuerdos no dejarán de ser meros sucedáneos de lo que podían haber sido y que se verán como el soporte plano de una fotografía que será la propia fotografía por este individuo tomada.
Es como quien pretende que sus hijos vivan lo que ellos no pudieron vivir, pretendiendo que el discurrir de estos y sus experiencias sean sucedáneos de las que ellos no podrán realizar nunca.
Es como quien se alegra y habla de los trabajos de los demás cuando no tiene uno propio: un mero sucedáneo de lo que podría ser pero no es.
Hoy tengo motivos para alegrarme profundamente por alguien cuya situación se asimiló a la mía hasta ahora, pero por otro lado sería hipócrita decir, o ni siquiera pensar, que todo es alegría: incurriría en lo que se podría nombrar como "mentira por surimi".
Me alegro profundamente por el Benditu, pero mi alegría no será plenamente experimentada hasta que lo viva en carne propia.
Sospecho que sólo él sabrá cómo es este sentimiento, no como un sucedáneo, si no realmente por haberlo experimentado en sí mismo.
Ya se sabe que el tema laboral me amarga profundamente, pero siempre me queda un huequín de alegría -aunque sea pequeño- sobre el tema para felicitar a alguien por su nuevo trabajo, así que enhorabuena machote, que te lo mereces ;-)
Etiquetas: Diarreas mentales, días extraños, exorcismos
3 Comments:
Hay tantas experiencias como personas,en este mundo,cada uno tiene la suya propia y creo que eso es algo a respetar.
Nunca me atrevería a pensar que mis experiencias puedan servir a nadie mas y mucho menos a mis hijos.
Puedo intentar aplicar la parte positiva de lo aprendido,pero nada mas.
jopé!!!Ya estoy divagando :)
Estoy de acuerdo contigo en que cada experiencia es muy de respetar y en que hay tantas experiencias como personas, incluso más, yo diría.
Puedes pensar sin problema alguno que tu experiencia puede servir a otros para hacer cosas y siempre se utilizaron las experiencias anteriores de otras personas para avanzar en diversos campos. ¿En qué se basaría el progreso si no?
Y sin duda a tus hijos será a quien más les sirven tus experiencias: piensa que tu sabiduría pasa a ellos de primera mano, y eso tiene mucho valor.
Divagar es bueno ;-)
¡Vale!:)
Publicar un comentario
<< Home