domingo, 4 de noviembre de 2018

Una cuestión de trapos

He estado dándole vueltas al tema de lo de la bandera y la parodia de Dani Mateo y he llegado a la conclusión de que, en estos momentos, la única bandera que me representa son las bragas de mi abuela.

Así, como suena. Si siguiera viva a estas alturas y las llevase, serían las típicas que venden en la plaza de algodón blanco, tipo sobaquero. Esas bragas, esas PEDAZO DE BRAGAS son lo único que me representa como ciudadana de este país:


Cualquier bandera que se precie, ya sea la nacional o la provincial, han sido tan usadas y ninguneadas según los intereses del listo de turno y de la comitiva que lo sigue, que ya carecen de significado.
Se saca la bandera del país cuando juega la selección de fútbol, se saca la bandera en manifestaciones, se saca la bandera versión republicana en las mismas manifestaciones, se saca la bandera al balcón en las fiestas del pueblo, se saca la bandera a la fachada del edificio para demostrar que eres más español que nadie, se saca la bandera hasta para pedir una ayuda social... y esto todo el mundo lo sabe.

Cuando no se saca, es cuando se debería de sacar para defender lo que realmente se supone que significa esa bandera: un país, una sociedad, unos derechos, el privilegio de ser las personas que enarbolan esas banderas.

Pero no, así que han pasado de ser un símbolo representante de algo realmente importante a convertirse en un mero trapo que hace a los que la utilizan sin sentirlas con su significado verdadero ofenderse por algo tan nimio como un momento cómico en un programa cómico, momento que curiosamente ya había pasado hace unos años y pareció no ofender tanto, quizás porque no se tenía la piel tan fina o la sociedad tan estupidizada.

Sinceramente, no lo entiendo. Así que, lo que a mi me representa son las bragas tamaño descomunal de algodón de la plaza de mi abuela, por lo que significan: su lucha por la vida, su progreso hasta alcanzar el voto femenino, el poder abrir una cartilla bancaria sola, su crianza de siete hijos mientras trabajaba, su emigración a otro país a buscarse los cuartos para sacar adelante a su familia, su fuerza, su especial capacidad para ignorar los bandos tras haber sobrevivido a dos guerras, la manera en la que echaba una mano a quien podía para que nadie se quedase atrás y su sonrisa frente a la mierda del día a día.

Eso son los valores verdaderos que se han de buscar tras una bandera para defenderla con cuerpo y alma y eso es lo que convierte a un puñetero trapo en una bandera.

Mientras tanto, Dani Mateo, me reiría mucho si viera un momento cómico en el que te suenas con las bragas de mi abuela -tengo sentido del humor, y es mi bandera, aunque no deje de ser un trapo-.

Todo lo demás, trapos también, pero con menos sentido y principios, al menos morales, sociales y mucho menos nacionales.

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