martes, 21 de febrero de 2012

Un pequeño resumen

de 34 años morando en este infierno.

Esto sería un buen título para esta entrada, no en vano me sorprendí anoche pensando eso de "joder, 34 y ¿qué has hecho en esta vida?".

Pues podría resumirse en una infancia traumática por exceso de conciencia en un colegio de monjas, una etapa de liberación posterior en el instituto, unos años posteriores de juerga intensa durante el comienzo de los estudios superiores y un hostiazo brutal contra la cruda realidad.

A todo esto habría que añadirle varias temporadas de humillación y acoso laboral por "ser sobrina de", un libro escrito -y miles sin escribir-, una vida pendiente de Deméter, que cada vez va peor, varios años de tratamiento por depresión... ¡y tengo un gato! (Y he perdido la vergüenza, lo confieso.)



Y lo mejor: he encontrado a Hades. Me toca mucho cojones "hacer de madre" cuando en realidad soy "esposa" pero es un apoyo increíble. Hasta en ocasiones me apetece donar mi contribución genética al mundo y todo, pero no sé no sé...

A día de hoy ya no trabajo para el enemigo y lo que hago, me gusta. Hasta mantengo conversaciones con los germanos por teléfono y me entienden -es difícil el klingon, vamos a reconocerlo, pero ahí está y ha sido un logro grandísimo-.


No tengo casa y a este paso me veo en la puta calle después de que "todo fuera muy bonito" pero de todo se aprende. Lo primero: nunca metas pasta en nada si no hay un papel notarial de por medio justificándolo todo, sobre todo si la familia está cerca.

Hablando de familia, en el último año descubrí que mejor que los calmantes está un "me cago en dios" a tiempo. Mano de santo junto con "no abrir la puerta así la tiren abajo".

Luego están "los otros", como en la peli. Sois esa gente maravillosa que ya sabéis quienes sois y que de vez en cuando, unos más y otros menos, os cruzáis en mi camino.

En fin, que en 34 años, la mayor enseñanza que me ha dado la vida es aprender a sonreír mientras que por lo bajo te acuerdas de la madre de ciertas cosas. Y a veces por lo alto, que cojones...

De aquí a un año, ya veremos. Mientras tanto...


Así como eras, Unheilig

Etiquetas:

jueves, 16 de febrero de 2012

Y lo que vendrá

Tengo el estómago hecho polvo y no tiene solución.

Te puede doler la cabeza.
Te puede doler la espalda.
O las cervicales.
O las muelas.

Te puede doler la paciencia de aguantar a plastas todos los días.
Te puede subir la tensión por motivos nerviosos y darte dolor de cabeza también.

Pero el dolor más grande es ver a una madre llorando de dolores y desesperación preguntándose para qué está aquí de esta manera.

Y no puedo hacer nada ni hay calmante que lo calme.

Mierda de vida.

Etiquetas:

viernes, 3 de febrero de 2012

La raíz del mal

Supongo que todo el mundo sabe lo que es una "dominatrix" y que al instante viene a la mente una imagen de mujer envuelta en cueros, vinilos y con látigos y similares, pero si decimos "Dominatrix de 80 años", ¿a que a nadie le viene imagen alguna a la cabeza?

Pues básicamente es una viejecita reducida a menos de un metro y medio por el peso de los años, 40 kilos "en mojao", con aspecto tiernamente frágil y con más peligro que una piraña en un bidé, porque estas sí que te muerden el culo, pero antes de que te acerques...

Tiene guasa pero llevo una temporada en plan "John Constantine" y veo diablos donde el resto del mundo ve tiernas viejecitas. Es tal la paranoia que me pregunto cuántas de esas que te piden que las ayudes a subir la compra o les cedas tu sitio en el transporte no dejan de ser monstruos en potencia.

Sí, sí, monstruos.

Lo más gracioso es que este tipo de alimañas no te arrancan un brazo de un mordisco y mueres desangrado: te van minando poco a poco la salud a base de ataques a tu salud mental. Aparecen un día y son tan "monas" ellas con su colección de arrugas y sin no poder ni con las bragas que llevan puestas, que automáticamente las adoptas.

Ya la has jodido: se han infiltrado en tu cabeza y cuando menos te lo esperes te darán el primer zarpazo.

Luego, como te dan penita, le mandas un día un trozo de bizcocho, al día siguiente le pides una olla para darle un poco de la sopa que hiciste... y cuando te diste cuenta, te está mandando baldes para la sopa y al coger el bizcocho se ha quedado hasta el molde.

Vamos, que son señales de que "algo no es lo que parece".

Luego comienza a usar sus armas principales: el miedo y la pena.

A base de dar pena te meten en un puño y como se te ocurra abrir la boca para decir algo, usan el miedo. Y es que... "son tan mayores y están tan solas".


Luego, cuando te sientes mal por simplemente pensar que no tienes por qué seguir aguantando estos abusos, te das cuenta de que se te han metido no sólo en la cabeza si no también en casa, y es cuando te llamas a ti misma "imbécil", entre otras cosas.

Después atas cabos y caes en la cuenta de que la raíz de todos los males no es Mad, es su gato, y que la actitud de Mad no es más que una reacción al maltrato psicológico llevado a cabo por muchos año por el puto gato.

La cosa es que esto es como una especie de espiral de terror y las mujeres denostadas por sus suegras - o por sus madres, que es de lo que va esto al fin y al cabo- acaban ejerciendo el mismo comportamiento sobre sus nueras o hijas y así hasta el infinito y mucho más.

Y me pregunto yo: ¿cuánta fuerza hay que tener para derrotar a un ser de 40 kilos en canal con más veneno que donde lo fabrican?

Por si os sirve de ayuda a casos similares: fuerza ninguna, pero cuando la infección ya está en la cabeza, a la primera oportunidad que se presente, se ha de extirpar el miembro. Habrá cuatro días de culpabilidad, pero luego la vida será mucho más feliz.

Hay que tener cuidado porque la infección intentará atacar de nuevo...

Aquí, la raíz de todos los males ya ha dado la cara.

¿Cómo va a mirar la gente pa ti? Si yes un cáncer....

¡Hay que joderse, con la pena que iba dando por la vida!

Etiquetas: