Hay días para todo pero en los que peor se pasa es en esos en los que, cuando te levantas, tienes una especie de sombra negra colocada entre ceja y ceja y a medida que pasa el día, va creciendo y te va tapando la vista y te vas cabreando poco a poco cada vez más.
No hay un motivo aparente. Simplemente te levantas, estás más o menos bien y, de repente, eres un ogro malvado a quien hasta el aleteo de una mosca hace salir de sus casillas.
Esto tiene que tener otro nombre que no sea "mala hostia repentina" y hasta debe de ser diagnosticable.
En fin, menos mal que, por lo menos, reconocemos esa sombra y tenemos tranquilizantes para elefantes a mano, que si no... :-$
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