Baterias en reserva
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De la mano de Dante, el Hades no tiene misterios: piso -1 lujuriosos, -2 golosos, -3 mentirosos...
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Una casa es una vivienda que no se convierte en hogar hasta que el contacto con una persona no la transforma a una manera más cercana a si misma. De la personalidad de esa persona deriva la personalidad y aspecto de su hogar y una casa vacía puede ser perfectamente el habitáculo ideal para determinados ocupantes. Desde mi punto de vista, las casas de la gente dicen mucho de sus moradores y cada objeto y detalle en ellas colocado no es un hecho baladí: son su personalidad y su vida reflejada en un pequeño motivo. Durante dos años que duró el arreglo de la casa de la costilla, en mi tablón de anuncios estuvo colgado un grabado que representaba una vivienda del siglo pasado y su significado es claro: un intento por acercar visualmente una nueva situación para mi lejana. Ahora la situación ya se ha hecho casi palpable y llega la hora de hacer de esa casa un hogar y con este fin llegan los pequeños detalles que generan caos ordenados. A veces los presentas tú, a veces te los generan otros y de esos pequeños detalles va este rollo macabeo. El nido comienza a tener forma y las primeras cosillas fuera de la obra que aparecieron fueron un colgador de cerámica con una luna dibujada, un trajecito para botellas con forma de kimono y una botella de cristal azul donada amablemente por una sidrería de Tazones. La semana pasada se añadieron a la colección un sol y una luna que había visto en casa de una amiga y que me atrajeron enormemente quizá por algún tipo de reminiscencia pagana.
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¡Qué guapos son los niños! Cierta afirmación si precisamos: los de los demás. Cada día me da más pánico el hecho de pensar un día tener uno propio, pero está claro que es la educación la que convierte a un niño en un monstruo o en un encanto. De tal palo, tal palillo. Cuando comencé el semitraslado a la casa de la costilla, me apercibí que no estábamos sólos: una presencia terrible sacudía nuestro descanso con terribles alaridos, golpes y gemidos. ¡Dios!¡Un poltergeist! Pues va a ser que no: una dulce criatura, cuando duerme. No tenía nada claro de donde procedía el estruendo pero parecía venir de nuestro pasillo, aunque allí no había nadie. Dicha criatura se levanta a las 7 de la mañana en los días de diario para comenzar a corretear por el pasillo cual animalín de feria de ganado de gran tamaño y los hostiazos, carreras y demás orquestación de sus movimientos son perceptibles incluso en el bamboleo de la lámpara. A las 8 se acompaña instrumentalmente de otros alaridos de un alma más en pena que la suya misma: "¡Meteteeee en laaaaa ducccchaaaa!¡Ya es la horaaaa y estássssss así!". La madre. Terrible alma en pena. A las 8'45 cesa el poltergeist y comienza el dolor: la madre pone la tele o la radio a tal volumen que retornan las oscilaciones lampariles. Bueno, aceptamos ruidos a las 8'45 un día de diario. Pero llegado el fin de semana... la situación empeora con creces: la criatura se manifiesta a las 9 a más tardar, sea sábado o domingo, y comienza su actividad habitual de correteos y reforma de su hogar a base de hostias. A las 10 se le une el otro fenómeno: "¡Que te laves de una vez!¡Vamos a llegar tarde!" hasta que a las 11 suele cesar la actividad para retomar el habitual carnaval a la hora de comer. Como llueva, la jodimos, porque no pueden soltarlo a pacer a la calle y entonces el guaje, que debe ser adicto a los videojuegos no sale de casa. El otro día era algo tal que: (madre:)"¡Cuando te dije que estabas castigado sin consola, quería decir que no jugarías aquí con la tuya ni con la de ningún amigo, así que deja eso!" a lo cual hay que reconocer que como decía House en aquel capítulo donde el niño se metía una secuencia de figuritas en la nariz que "es listo el cabrón". A veces, entra en escena una tercera manifestación: el padre, y con él aparece la crispación desesperante de haber creado un monstruo y no saber cómo dominarlo porque es cosa de la madre el educar un hijo, aunque eso se puede trasladar al profesor... -mejor no hablar del tema-. Este sábado descubrí que estos entes moran bajo nosotros y me quedó claro que el niño -9 años la criatura- no tiene la culpa de ser así y tenerlo atado cual
Hanibal Lecter con el bozal incluido no es la solución porque los críos son críos y tienen que jugar. La culpa es de los padres, que si están salvajes, nunca se les podrá exigir que eduquen a sus hijos cuando a ellos les falta media garcillada -la sesión de comida amigo-familiar del domingo pasado en la cual, ellos abajo-nosotros arriba, nos enteramos de absolutamente toda su conversación gracias a las voces que pegaban cuando intentábamos ver una película, lo confirmó-. Y yo con cuidadín de no molestar con los tacones... Jé. Por ello hemos decido bautizar cariñosamente a la bestia pequeña como Hellboy, por similitudes con el Hellboy pequeñito del principio de la película homónima.Etiquetas: momentos inspirados
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Hay niños grandes y hay niños pequeños. Por ejemplo, está Hernán que tiene un mesín y va así porque es pequeño y no le queda otro remedio y están los otros niños que tienen taitantos y se ponen así porque es carnaval... Lo malo es que frente a las lluvias torrenciales que cayeron este fin de semana, el ánimo carnavalero no decayó hasta que salimos a la calle y nos encontramos con que éramos los únicos disfrazaos de todo Gijón X-D y claro, apareció la vergüencilla y nos duró la comedia del disfraz una hora escasa: en la que nos vestimos con esas trazas. No pasa nada, aun nos queda Oviedo.

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Llevo más de un cuarto de siglo viviendo en este puñetero distrito y me pregunto muchas veces cómo es que hay tal índice de gilipollas por metro cuadrado. De los problemas de limpieza en la zona escribí muchas veces. Sobre la dejadez del ayuntamiento -salvo ahora que están las elecciones a la vuelta de la esquina- también. De que la poli pase por la zona justo cuando no pasa nada para increpar a quien paró en una línea amarilla y que se oculten cuando furgonetas arden, entran a robar en casas diversas, se lían a hostia limpia en la calle los yonkis o revientan las cabinas... De cómo la salud pública de la zona le tira de un webo a sanidad y al ayuntamiento, que los librillos de buenas prácticas ciudadanas para este puñetero distrito no existen. Que no se apliquen normas de convivencia ciudadana en la zona y que el regalín de un perro aquí no valga los 300 euros que vale en Sama o La Felguera. Que tengamos la única pista de correr para perros de cuatro patas y capullos de dos que los acompañan...Etiquetas: crónica social, república bananera
Por fin encontré la horma de mi zapato: no se pintar con pinceles. Y es que es deformación profesional. Busco tanto el parecido con la realidad que es imposible y me sigo babando cada vez que veo cosas de mi apreciado William. ¡Qué se le va a hacer! Menos mal que me queda el Blender para hacer cosas de tendencias realistas. Ahora tengo que aprender a manejar los fluidos para que esa garganta rebose y ya será la leche... La primera vez que abrí ese programa las palabras fueron "dios, como salgo de aquí" y hoy, un año y poco después sigo diciendo lo mismo, pero no porque no sepa cómo si no porque engancha de tal manera que las horas frente a la rejilla pasan volando. ¿Alguien me presta una palanca para sacarme de delante de la pantalla? ;-)Etiquetas: arte, momentos inspirados
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Nos decía una profesora de arte contemporáneo español en la facultad en la que se general la imagen de al lado -¿lo empaquetarían por destruir mobiliario urbano?- que no fuéramos nosotros de los que dijeran eso de que el arte murió con la llegada del siglo XX, pero visto lo visto no me puedo sacar esa opinión de la cabeza, y para muestra está la performance del individuo este que sólo en persona parece peor de lo que muestran las imágenes. Cuando abrí el periódico por la mañana y vi esa imagen que acompañaba a esta noticia, se me pusieron los pelos como escarpias del horror contenido en la misma y sólo superado por la imagen de Torrente, pero ese es un personaje ficticio y ahí radica el terror que esta fotografía periodística genera: este es de verdad y encima dice ser artista.Etiquetas: arte, crónica social, Diarreas mentales




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Viendo como ando últimamente, sólo me queda encomendarme a tradiciones japonesas a ver si soluciono algo. De mano haciendo el animalín hoy con arcilla, algo mejoró ya la cosa.
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